El porqué del hechizo

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El porqué del hechizo





Ron intentó con todas sus fuerzas controlar a Draco. El rubio se removía con fuerza en su cama, pataleaba y luchaba por zafarse, sus ojos grises miraban desorbitados a la nada, quería gritar sin conseguirlo.


— Draco, cálmate, por favor... tranquilo. —le suplicaba Ron sin soltarlo pese a sorprenderse de la enorme fuerza con que su pareja intentaba liberarse.


Pero el Slytherin no obedecía y seguía incontrolable. Harry intentó acercarse pero Severus se lo impidió sujetándole firmemente de los hombros, no iba a permitir que se lastimara en balde. Harry no tuvo tiempo de protestar porque en ese momento entraron Poppy y Lucius atraídos por el ruido. De inmediato comprendieron lo que pasaba y la enfermera se apresuró a dar una suave poción para dormir y obligar a Draco a tomarla, ayudada tanto por Lucius como por el pelirrojo.


Finalmente el cuerpo de Draco se relajó hasta quedarse profundamente dormido.


— Le dije que no gritara. —reprendió Poppy a Lucius.

— ¡La culpa es suya, se supone que le revisaron luego de lo sucedido y dijeron que no encontraron nada!

— ¡Y no había, o por lo menos eso parecía!

— ¿Qué sucede aquí?


Todos se giraron a la puerta para ver entrar a Dumbledore. Por unos segundos nadie respondió. Ron continuaba junto a Draco, mirándole asustado por su reacción. Harry retenido en brazos de Severus, y Poppy y Lucius mirándose desafiantes.


— ¿Debo repetir la pregunta?

— Los exámenes que le hicimos al joven Malfoy dieron positivo para embarazo. —confirmó Poppy con seriedad—. He estado tratando de explicarle al Señor Malfoy que no tenemos idea de cómo se pudo pasar por alto en la primera revisión... a menos que, el embarazo sea posterior a aquel día. —agregó mirando a Ron.


Ron no se movió, no entendía nada. El embarazo no podía ser después porque él y Draco no volvieron a tener relaciones, pero si decía eso, asumirían que el bebé seguramente era de Voldemort y no quería eso.


— Sí... es mío. —afirmó suavemente mientras acariciaba el cabello rubio.


Su afirmación impactó a todos los presentes, sólo Dumbledore le observó con suspicacia, comprendió los motivos del pelirrojo para decir eso pero aunque se escuchaba sincero, algo le decía que mentía.


— Poppy, por favor realiza las pruebas de paternidad necesarias. —ordenó Dumbledore consiguiendo el consentimiento de Lucius en ese momento.

— ¡Pero es mío! —afirmó Ron enfrentándoles por primera vez—. ¡No es necesaria ninguna prueba, el hijo de Draco es mío también!

— En estos casos es mejor estar seguro, joven Weasley. —respondió Dumbledore procurando ser lo más gentil posible—. Comprenderá que la otra posibilidad es un riesgo importante para Draco y no podemos fingir que nada sucedió.


Ron sabía que no podía ir contra las órdenes del Director, mucho menos si eran autorizadas por el padre de Draco. No le quedó más remedio que esperar a que su pareja no sufriera extra por aquello.


Todos tuvieron que salir mientras Poppy revisaba a Draco en compañía del Director. Ron tuvo que obedecer pese a que quería quedarse junto al chico. Hermione y Blaise llegaron justo en el momento en que aguardaban en el corredor. La chica, al ver a Harry corrió a abrazarlo con fuerza.


— Harry, lo siento tanto. —le sollozó bajito.

— Hermione, ahora no es un buen momento. —dijo separándosele para enseguida mirar a Ron quien se mantenía alejado de ellos.

— ¿Qué pasa?

— Draco está embarazado... y hay posibilidades de que sea de Voldemort.


Blaise y Hermione palidecieron, ellos no estaban enterados de todo lo sufrido por Draco durante su secuestro. Rápidamente la chica se soltó de Harry y fue a reunirse con su amigo mientras Blaise miraba hacia la enfermería, conmovido por el dolor que debía estar pasando su mejor amigo.


Ron abrazó a Hermione ya sin importarle nada, necesitaba tanto de alguien en quien apoyarse y lloró largamente en su hombro.


Unos minutos después, la puerta de la enfermería volvió a abrirse para dar paso a Dumbledore invitándoles a pasar. Lucius se encontraba ya sentado junto a su hijo, y su rostro decía más que mil palabras, no eran buenas noticias lo que les esperaba.


— ¿Qué pasó? —preguntó Ron acercándose del otro lado de la cama.

— Hay magia oscura rodeando el embarazo de Draco. —respondió Dumbledore apesadumbrado—. Por eso no se pudo detectar en su primera revisión, es debido al hechizo de protección que puso Tom sobre él. Eso impidió darnos cuenta de lo que estaba pasando.

— ¿Y porqué ahora sí? —preguntó Snape.

— Porque el bebé está creciendo y desarrollando su propia magia, él mismo se ha manifestado.


Nadie se atrevía a formular la pregunta que todos querían saber pero tenían temor de escuchar, aunque por el rostro preocupado de Lucius casi podían asegurar la respuesta.


— No lo sabemos con exactitud. —dijo Dumbledore al comprender lo que pensaban—. El hechizo de protección es demasiado fuerte y no nos deja ver mucho, aunque por la magia que desprende el bebé lo más probable es que sea lo que todos tememos.

— No lo creo. —susurró Ron tembloroso—. Es mío... yo lo sé, ¡es mío!

— Eso sólo lo comprobaremos al nacimiento, Señor Weasley.

— ¿No puedes atravesar el hechizo? —cuestionó Snape.

— Puedo, mi querido Severus, pero no sin riesgo de lastimar al bebé o al joven Malfoy... Me temo que Tom ha tomado las suficientes precauciones.


Se volvió a hacer un pesado silencio, algunos miraban a Draco quien aún dormido no parecía estar descansando. No les quedaba más remedio que esperar a que despertara y ayudarle a superar esa amarga situación.



Corazones clandestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora