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꧁ Omnisciente ꧂
18 años atrás...
Sebastián agradeció infinitamente que la leche caliente que le preparó a su pequeña hija de cinco años haya funcionado para dormirla, ya que había estado demasiado inquieta, más de lo normal. Estaba muy concentrado en cubrirla con las sábanas, que no notó cuando su esposa entró a la habitación con sigilo.
Camila sonrió enternecida al ver la escena. Sebastián dejó un beso en su frente y terminó de acomodar las sábanas.
—¿Se golpeó en la cabeza o porque duerme tan bien?— Camila preguntó con una ligera risa, observando como la pequeña dormía casi con la boca abierta.
—Estuvo más inquieta de lo normal, le di su leche y cayó rendida.— Stan respondió igualmente riendo. —¿Como te fue?—
—Bien, bien.— Camila asintió con una sonrisa complacida. —Estoy muy cansada pero ya acabé todos mis proyectos.—
El rumano asintió gustoso y se acercó a ella para besar sus labios, saludándola como siempre hacia.
—Tu también deberías descansar...— Camila susurró observando sus ojos terriblemente cansados.
—Estoy bien. Tengo que terminar mi proyecto de encuadres.— el rumano parpadeó un par de veces, intentando borrar el increíble cansancio que sentía. —Tu ve a la cama, en un par de horas iré también...—
—Hey...— Camila tomó su muñeca para evitar que se alejara. —¿Que te parece si nos preparo un café y te ayudo con tu tarea de encuadres?— propuso, acariciando su mano con suavidad y dedicándole una dulce sonrisa.
—Pero... no sabes nada de encuadres.— Stan entrecerró los ojos con una sonrisa.
—No... pero puedo intentar.— Camila se encogió de hombros.
Sebastian no pudo evitar sonreír enternecido por su iniciativa y asintió complacido. Camila sonrió aún más y se acercó para besar sus labios cariñosamente.
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—C-Camila...— el rumano jadeó.
Camila sonrió ligeramente sin saber que decir. Llevaba consigo una maleta.
—¡Sorpresa!— Gemma interrumpió el silencio incómodo. —Ven, mamá, pasa, pasa...— tomó el brazo de su madre y la jaló consigo para hacerla pasar a su hogar.
