𝐎𝐡, 𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡... ꜱᴇʙᴀꜱᴛɪᴀɴ ꜱᴛᴀɴ

ɪ ʜᴀᴛᴇ ʏᴏᴜ

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꧁ Omnisciente ꧂

Este es tu padre y tu mejor amiga.

Lilith observaba al rumano a lo lejos quien se encontraba ordenando el café que ambos decidieron tomar. Lo observó por varios segundos con una pequeña sonrisa, pero después sintió como otros ojos estaban posados en ella.

—¿Que?— le preguntó a su padre al ver como el no dejaba de observarla igualmente con una sonrisa que no entendía.

—Lo amas, ¿Verdad?— preguntó, sin dejar de sonreír.

Su hija elevó las cejas ante aquella pregunta.

—¿Se nota?— preguntó sintiendo como sus mejillas se calentaban a más no poder. Antoine rió. —Lo siento. Aún no creo que realmente esté pasándome esto.—

—No te disculpes.— Antoine negó con el ceño fruncido y una sonrisa. Se cruzó de brazos sobre la mesa y se acercó a ella. —El amor es maravilloso y se debe presumir.—

Lilith sonrió, aquella frase le recordó lo que Stan le había dicho sobre decirle al mundo que se encontraban juntos. "Quiero que todos sepan cuánto te amo"

—Me recuerdas a mi cuando conocí a Raquel.— Antoine llamó su atención. Su sonrisa cambió con el recuerdo de haber conocido a su primer y única esposa. —Tampoco podía dejar de mirarla y hablar de ella. No podía creer que la había conocido.—

La sonrisa en el rostro de su hija desapareció poco a poco.

—¿Puedo preguntarte algo?—

Antoine la miró atentamente, esperando aquella pregunta.

—¿Qué pasó entre Raquel y tú realmente?— preguntó con lentitud, sus ojos bicolor lo miraron con total atención ya que realmente quería saber la respuesta.

Fue testigo de cómo los ojos verdes de su padre se apagaban poco a poco, su rostro no mostraba más que puro cansancio y tristeza.

—No lo sé.— confesó. Sonrió sin gracia al hacerlo. —En un principio pensé que si sabía, pero ahora lo dudo. Nos dejamos de amar, pero nunca entendí cómo o porque.— asintió con lentitud, desviando sus ojos un momento de ella. —Me gustaría entender que fue lo qué causó eso, incluso he pensado en buscarla y hablarle, disculparme con ella.—

—¿D-De verdad?— Lilith rápidamente preguntó, su padre asintió con lentitud. —¿Crees que sea buena idea?—

—No lo sé. Solo sé que tengo que hacerlo, no creo poder aguantar la culpa otros siete años.— afirmó con una leve risa aunque sus ojos verdes no demostraban felicidad.