ɪᴍ ʏᴏᴜʀꜱ

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꧁ Omnisciente ꧂



Pues, ¿Sabes que? A mi también me gusta jugar, pero... No suelo perder.

La francesa mordió su labio con una sonrisa, la atracción que sentía hacia el era inmensa, ya no se sentía capaz de ocultarla. Inconscientemente sus caderas se movieron contra las suyas, invitándolo silenciosamente a tomarla como el quisiera.
El rumano soltó una risita con tal acción y se volvió a inclinar hacia ella para besar sus labios con tortuosa lentitud. Lilith encogió sus piernas y abrazó las caderas del rumano con estas, sus manos se escondieron bajo su camisa. Suspiró sintiendo la cálida sensación de su piel bajo su tacto, adoraba sentir los músculos de su abdomen bien marcado.

—¿No nos podrán ver?— preguntó entre besos, jadeó cuando Sebastián comenzó a mover sus caderas contra las suyas, frotando su entrepierna contra la suya.

—Eso no parecía importarte hace unos minutos, nena.— Stan susurró al alejarse de ella, se encontró con el semblante de la chica que demostraba que no se encontraba muy convencida de su respuesta. Soltó una risa. —Las ventanas están polarizadas.— afirmó mientras reía.

Tomó los mechones que obstruían su bello rostro y los escondió detrás de su oreja. Se tomó un momento para admirar las delicadas facciones de la francesa, ahora sabía que jamás se callaría sobre la hermosa chica con bonitos ojos que captó su atención desde el primer momento que la vió.

—¿Que?— Lilith frunció el ceño con una sonrisa confusa.

—No creo que seas consciente de lo preciosa que eres, Lilith.— negó entrecerrando sus ojos. —Lo sabes ¿No?—

Lilith solamente se encogió de hombros sin saber que contestarle. Ya no estaba acostumbrada a recibir halagos tan seguido. Stan negó a la vez que sonreía con lentitud. Acercó su rostro al suyo y en vez de besar sus labios como tanto disfrutaba, besó su mejilla comenzando un camino por esta hasta llegar a su oreja.

—Eres preciosa.— susurró dejando otro beso en su mejilla.

Lilith suspiró complacida, abrazó su cuello conforme sentía los besos que Stan dejaba en su mejilla y mandíbula.
Sin embargo, el disfrute que sentía gracias a sus besos fue interrumpido por el timbre de un celular.

Stan gruñó y se alejó de su cuello, el celular era suyo. Lilith lo miró con confusión mientras el rumano sacaba su teléfono de su bolsillo. Hizo una mueca de fastidio al ver quien lo llamaba. Lilith lo miró aún más confundida y miró la pantalla.

𝐎𝐡, 𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡...   ꜱᴇʙᴀꜱᴛɪᴀɴ ꜱᴛᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora