𝐎𝐡, 𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡... ꜱᴇʙᴀꜱᴛɪᴀɴ ꜱᴛᴀɴ

ꜱᴛʀᴀᴡʙᴇʀʀʏ ʟɪᴘꜱ

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꧁ Omnisciente ꧂

Sus fuertes brazos que la envolvían con firmeza la hacían sentir mejor de alguna u otra manera. Se sentía segura y le hacía olvidar por un momento el mal sabor de boca que tenía hace unos momentos.

—¿Quieres hablar de ello?— el rumano susurró, acariciando sus cabellos.

Lilith asintió sin querer mostrar su rostro ya que aún lo escondía en su pecho. El rumano sonrió y deshizo el abrazo un momento. Tomó su rostro entre sus manos para mirarla a los ojos.

—¿Pasó algo muy malo?— preguntó acariciando su rostro para reconfortarla.

Lilith no supo que responder. Tan solo se encogió de hombros.

—¿Te parece ir a otro lado para hablar de esto? A donde tú quieras, solo dímelo.— el rumano propuso, sus ojos azules miraban con atención sus facciones. 

—A mi departamento... ¿Podemos?— Lilith suplicó, haciéndolo sonreír.

—A donde tú quieras.— volvió a afirmar. Acercó su rostro al suyo y besó sus labios castamente. —Vámonos.—

(...)

—¿Quieres algo de tomar? Puedo hacernos café...— Lilith propuso al escuchar como el rumano cerraba la puerta detrás de su cuando ambos entraron al departamento.

—No, no, no.— el rumano negó con rapidez. —Tu siéntate, yo puedo preparar el café...—

—Pero...—

—Shhhh...— Sebastian besó sus labios para callarla. —Ve a sentarte.— pidió dedicándole una encantadora sonrisa.

Lilith no tuvo más remedio que acceder. Como el le indicó, tomó asiento en el sofá de su sala. Soltó un bufido agradeciendo que aquella acción la ayudara a tranquilizarse aunque sea un poco.
El silencio duro solo un par de minutos, ya que Sebastián salía de su cocina con dos tazas en sus manos.

—Encontré canela en tu alacena, espero que te guste.— Sebastián le extendió la taza, a la vez que se sentaba a su lado y besaba su mejilla cariñosamente. Observó con atención como ella tomaba un sorbo de la bebida caliente.

—Me gusta.— la chica asintió, relamiendo sus labios con una sonrisa.

—Ahora si... ¿Que fue lo que sucedió?— el rumano preguntó con cuidado.