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—¡Matate como quieras! —Minjeong la desafió, pero en vez de moverse de ahí, dio un paso hacia adelante. Ella y Lia tenían apenas unos centímetros de diferencia y el aire se podía cortar fácilmente.

—No te puedes matar si no estás viviendo. —Lia tenía una media sonrisa, era un tanto enfermizo el verla actuar de esa forma, sobre todo cuando el propósito de ese lugar era mejorar.

Minjeong sabía que Lia tenía problemas serios de adicción, pero no sabía que continuaba consumiendo así de fuerte aun estando dentro de ese lugar. Sin darse cuenta la mayor pasó al lado de ella, dejando que sus hombros chocaran. Minjeong rio, era como estar en la escuela nuevamente.

—Si no vas a compartir conmigo entonces te puedes ir, Minjeong. —Pero Minjeong se quedó ahí, observando por varios minutos como Lia consumía y parecía revivir. Había visto a personas consumiendo antes, en fiestas o cuando se juntaba con algunos amigos. Pero nunca fue lo suyo, le daba terror llegar a ese extremo.

Lia se sentó a su lado y notó sus pupilas completamente dilatadas. La tomó desde sus mejillas y le forzó un beso que no fue de su gusto, no le gustaba hacer cosas cuando alguna de las dos no estaba con sus cinco sentidos. Se arrepintió de inmediato, pero la empujó y Lia quedó tirada en el suelo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas rápidamente, se sentía humillada y rechazada.

—Te doy asco. —Sollozó, evitando hacer contacto visual con Minjeong. La menor se acercó a ella pero Lia la rechazó.

—No me das asco, pero no estás bien.

—Te odio. —Su confesión le tomó por sorpresa, Lia se comportaba de forma errática y era un poco bipolar. Minjeong intentó bajar a su altura y Lia lo tomó como una señal de ataque. Rápidamente se lanzó contra ella y comenzó a golpearla. Las dos rodaron sin sentido hasta llegar a un borde del techo.

—Lia, cálmate. —Estaban respirando de forma agitada, los cabellos de ambas caían por el borde del edificio. Lia estaba encima de ella, las lágrimas de la mayor caían sobre el rostro de Minjeong. Hubo un último forcejeo, y en un abrir y cerrar de ojos Lia ya no estaba.

Minjeong se asomó por el borde y vio el cuerpo de la mayor. Estaba muerta y ella era la culpable.

Movía su pierna de forma nerviosa y mordía los bordes de su pulgar. Estaba muy nerviosa y revivía el sueño sin parar. Pero ya era necesario contarle a su psicóloga lo que le estaba sucediendo cada noche.

—¿Y qué pasa después de eso? —Aeri estaba muy concentrada en su historia, su lenguaje corporal y las reacciones que tenía a sus preguntas.

—Siempre despierto después de que Lia muere. —Aeri asintió, escribiendo algunas cosas en su carpeta. —Y en todos tus sueños eres la causante de su muerte ¿No?

Minjeong asintió. —Aunque a veces solo la observo, pero no hago nada para salvarla. —Minjeong podía recordar cada uno de sus sueños con tanta claridad que a veces se confundía sobre lo que era real o no.

—Minjeong, nosotras hablamos antes sobre Lia. En nuestra primera sesión si no lo recuerdo mal. —La paciente volvió a asentir para hacerle saber que estaba en lo correcto. —Pero no le diste mayor importancia ¿Qué tan cercanas eran? Ahora ya tenemos la confianza para hablarlo. —Aeri sonreía, intentando que Minjeong estuviera tranquila para hablar de eso.

—Éramos amigas. —Minjeong comenzó a hablar con seguridad. —Nos conocimos acá, teníamos algunas cosas en común. Ella me buscaba en todas partes hasta que finalmente la comencé a considerar mi amiga.

—¿Tenían algo más que una amistad?

Minjeong tragó saliva y asintió. —A veces. —Gesticuló de forma extraña con sus manos y Aeri entendió rápidamente lo que quería comunicar.

Mailbox. (WINRINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora