Mailbox. (WINRINA)

18

Minjeong pareció dudar un poco. Estaba nerviosa y siempre que veía a Jimin los nervios parecían desorientarla un poco. A veces incluso le daba la sensación de que no era capaz de comprender las palabras que salían de su boca, los latidos de su corazón retumbaban tan fuerte que se le hacía difícil escucharla con totalidad.

Jimin era directa y Minjeong sentía que para llegar a una idea clara tenía que luchar contra el laberinto que era su cabeza, pero no quería que eso afectara la imagen que Jimin tenía de ella.

Se quitó el cinturón de seguridad y en un acto de rebeldía contra sus propios miedos, hizo lo mismo con el de Jimin para que así ambas estuvieran libres.

Quizá había estado muy compuesta por mucho tiempo, en sus planes estaban tomar a Jimin con delicadeza y dejar que un suave tacto de sus labios la hicieran relajarse un poco.

Ese era el plan original, pero jamás pensó que la cercanía, la música de fondo, el calor de la calefacción y la oscuridad de la noche la inclinaran a hacer de ese beso algo diferente.

No estaba segura si se debió a la necesidad de contacto físico que tenía desde hace tanto tiempo o si era la indudable atracción que tenía hacía Jimin (Más tarde concluyó que fueron ambas) pero una vez que sus labios se juntaron con los de la mayor, no hubo vuelta atrás. Se besaron de forma apasionada, casi hambrienta y mientras las manos de Minjeong tomaban a la contraria desde el cuello para acercarla más, Jimin logró escabullir sus manos tentadoramente por debajo del hoodie de Minjeong, sintiendo esa suave y fría piel que le maravilló de inmediato.

Ninguna de las dos supo quién intentó introducir primero su lengua, pero hubo un punto medio en el que ambas comenzaron a batallar por una dominancia que se iba alternando. Minjeong no quiso hacerlo, pero había perdido todo control sobre sus decisiones y de pronto se encontró mordiendo el labio inferior de Jimin lo cual la hizo liberar un claro y sonoro gemido que detuvo toda acción entre ambas.

—Perdón. —En menos de un segundo Minjeong había vuelto a convertirse en esa bola de nervios y timidez que nacía cada vez que se encontraba con Jimin. —Perdón yo...

—No, no. —Jimin movió sus manos frenéticamente, ignorando por completo la sangre que se acumulaba en su labio. —No. —En realidad no podía formar palabras coherentes para hacerle saber a Minjeong que no había hecho absolutamente nada malo.

Jimin podía notar como poco a poco Minjeong se volvía a encerrar en ella misma, perdiendo esa seguridad con la que la había besado hace menos de un minuto. Relamió sus labios, limpiando el pequeño corte que Minjeong le había dejado y justo cuando estaba lista para hablar sobre el beso y lo bien que se sintió, alguien tocó la ventanilla del auto y ambas saltaron del susto.

Bajó la ventanilla y se encontró con su padre con ojos de curiosidad. —¿Todo bien? —El señor se agachó un poco para quedar a la altura de la ventana. Minjeong lo vio con curiosidad, el hombre tenía el cabello oscuro y las canas comenzaban a hacerse notorias. Era corpulento, pero tenía buen físico y logró identificar varios rasgos que le recordaban a Jimin.

—¡Papá! —Jimin abrió la puerta y se lanzó a los brazos de su padre. El hombre la abrazó, alzando su cuerpo unos centímetros sobre el suelo. Fue una escena realmente adorable, Minjeong no sabía hace cuánto no se veían, pero se notaba que se querían muchísimo.

—¿Cómo estás, princesa? ¿No venías con Jae? —El señor Yoo la bajó con cuidado y acarició sus mejillas.

Minjeong tomó eso como una señal para bajarse del auto, se dio la vuelta por delante del mismo y se encontró de frente con Jimin y su padre.

—Kim Minjeong. —Estiró su mano con seguridad, quería dar una buena impresión. —Soy amiga de Jimin.

El papá de Jimin soltó a su hija y estiró su mano igualmente para darle un suave y familiar apretón. —Yoo Kanghoon, un gusto. —La sonrisa que le ofreció el padre de Jimin fue muy cálida y le hizo sentir bienvenida de inmediato.