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Somi dejó de escribir en su computadora para quedarse viendo a Jimin con una sonrisa. —Me alegra mucho verte así. —Luego de la detención de Minjeong, la joven había estado muy triste y deprimida, con suerte te hablaba y la única persona con la que lograba abrirse era con Aeri. Somi tenía mucho miedo de que la visita que había tenido a la casa de sus padres pudiera salir mal, pero por la forma en que estaba ahora tenía la sensación de que las cosas habían salido bien.

—Estoy más tranquila y también todo el tema del nuevo trabajo me mantiene con la cabeza ocupada.

—Eso es importante. —Somi se puso de pie, caminando hasta llegar a Jimin y tomar sus manos. —Yo te prometo que estoy haciendo todo lo que tengo a mi alcance para defender a Minjeong y aclarar todo esto. —Jimin sonrió, dándole un apretón a sus manos.

—¿Vas a la cárcel, verdad? Te prepararé un café para el camino. —Jimin la soltó y volvió a la cocina, ocupando la cafetera que siempre parecía funcionar mejor cuando Minjeong estaba ahí.

—Ajá. —Pudo escuchar a Somi ordenando sus cosas. —Tengo que hablar algunas cosas con Minjeong y después espero ir al hospital de rehabilitación, me dieron autorización para hacer algunas entrevistas.

Jimin llenó el termo de café y se lo pasó a Somi, volvió luego al comedor y sacó un sobre. —Es para Minjeong ¿Se la puedes entregar? —Somi miró el sobre con curiosidad y luego asintió, metiéndolo a una carpeta dentro de su bolso. —Y esto. —Agregó un paquete con chocolates, los favoritos de Minejong.

Somi también guardó eso, no podía decirle que no porque eran esas pequeñas cosas las que mantenían esperanzadas a su amiga. —Nos vemos, cualquier cosa te voy a mantener informada.

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Para Somi no era la primera vez que estaba ahí, pero ahora se sentía un poco diferente, ya que Minjeong no era cualquier cliente. Quizá había compartido muy poco, pero a través de Jimin había creado un fuerte lazo de confianza y hasta cariño con ella, también con su hermana.

Pasó por todos los detectores y rellenó todos los papeles de seguridad antes de entrar a una sala privada para poder hablar con Minjeong sobre temas legales. Esperó un par de minutos sentada ahí hasta que un timbre sonó y rápidamente la puerta se abrió. —Abogada, cuando esté lista tiene que tocar el timbre. —Le recordó, aunque ella sabía bien cómo funcionaban todas las cosas ahí.

Minjeong se veía cansada y muy delgada, al verla así comprendía un poco el motivo que tenía para no aceptar visitas de parte de Jimin. A ella tampoco le gustaría que la mujer que ama la viera en ese estado.

—Minjeong, que gusto verte. —La más joven solo sonrió y tomó asiento frente a ella. —Toma, lo preparó Jimin. —Estiró el termo que hasta entonces no había tocado. Jimin lo había preparado para ella, pero supuso que dárselo a Minjeong le subiría el ánimo.

Minjeong tomó el termo y comenzó a tomar su café, esbozó una sonrisa y Somi se dio por pagada al ver eso.

Minjeong se sintió inmediatamente conectada a Jimin, si cerraba los ojos casi se podía imaginar en la cocina de su novia, disfrutando de un desayuno juntas mientras hablaban de su día y de los planes que tenían para el futuro.

—Lamento interrumpir. —Somi pudo notar que Minjeong estaba pensando en otra cosa. —Pero necesito hablar de algo contigo para poder formar tu defensa.

Minjeong apegó el termo a su pecho y asintió. —Primero me quiero centrar en el tema de las drogas, quiero que sepas que yo no te voy a juzgar ¿Es verdad que vendías drogas dentro del recinto?

Mailbox. (WINRINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora