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—¿Cómo te sientes desde la última vez que nos vimos? —Minjeong estaba de pie viendo hacía abajo desde una de las ventanas de la oficina de Aeri.

—Mejor. —Se volteó para poder sentarse en el pequeño sofá que acostumbraba a tomar cada vez que estaba ahí. —He tenido distracciones con el trabajo.

Aeri asintió, se sentía un poco nerviosa por estar grabando esa sesión a escondidas. Creía que le estaba mintiendo a Minjeong, que era una prueba de que no confiaba en su paciente, pero Somi había insistido en que era lo más seguro para ella.

—¿Para qué necesitas distraerte? ¿Qué has estado pensando tanto?

Minjeong suspiró. Era un poco pesado para ella hablar de esos temas, pero al mismo tiempo liberador una vez estaba dicho. Era en esa consulta donde se sentía más cómoda para hablar de sus problemas.

—Los sueños.

Aeri tragó saliva, escribió en su libreta para evitar el contacto visual con Minjeong. —¿Estás tomando los medicamentos? ¿Han sido de ayuda?

—Mucha ayuda. Me siento descansada cuando despierto. —Minjeong sonrió levemente. —También estoy durmiendo en buen horario, pero no quita que los sueños sigan ahí.

—¿En tus sueños sigue estando Lia?

Minjeong cerró los ojos, recordó su sueño de la noche anterior.

En vez de caer Lia desde el último piso del edificio, era ella la que sentía su corazón contra su pecho antes de que su cuerpo diera contra el suelo. Pero lo que le sorprendió era que la persona que se asomaba por el borde del techo no era Lia, era su madre.

—Nunca había soñado con ella. —Confesó. A veces temía olvidar el rostro de su madre, cuando intentaba pensar en ella se tomaba un tiempo en formar su imagen. En que sus movimientos fueran de ella y que el sonido de su voz pudiera sonar real. Pero en ese sueño lo vio todo claro, veía perfectamente como su madre sonreía al verla muerta en el suelo. —Me da miedo lo real que se sienten mis sueños, no me quiero perder en ellos.

—Todo el tema de salir de aquí, incorporarte en el mercado laboral, tener que vivir con personas que no conoces del todo y agregando lo de tus sueños. —Aeri comenzó a enumerar todos los detonantes. —Es normal que el estrés esté ahí, y que eso mismo provoque aquellos sueños. —Minjeong rascaba uno de sus dedos, quitando la piel sin darse cuenta. —Pero lo estás haciendo bien, la verdad estoy impresionada de todo el progreso pero tal vez te estás exigiendo mucho. Creo que no eres capaz de reconocer tus propios logros.

Minjeong se quedó pensando en eso. No creía haber logrado nada en su vida. Por el contrario, sentía que estaba constantemente dando pasos en falso o cometiendo errores que perjudicaban a las personas de su alrededor. Creía que solo faltaba tiempo para que nuevamente ocurriera algo malo.

—¿Cómo está la relación con tu hermana?

Minjeong iba a decir que estaba todo bien, pero si lo pensaba en profundidad. La relación entre ella y su hermana no era nada especial, eran como compañeras de departamento que hablaban cada vez que fuera necesario. Las conversaciones casuales que tenían siempre ocurrían con Tiffany presente, y era la americana la que se encargaba de obligarlas a hablar.

—No nos llevamos mucho, sé que se preocupa por mí. —Reconoció, tampoco podía ser ingrata. —Ahora está más en casa porque hace trabajo remoto, pero estoy tomando turnos dobles para cubrir la demanda. No nos vemos tanto.

Aeri despidió esa sesión dejándole tres tareas a Minjeong. La primera era que tenía que intentar acercarse a su hermana, que busque algo en común y trabaje en su relación. La segunda tarea era iniciar un diario del sueño, cada mañana debía escribir todo lo que recordaba y finalmente tenía que intentar reconocer sus logros diarios.

Mailbox. (WINRINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora