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Somi relajó su cuerpo por completo al estar bajo el agua caliente por primera vez en mucho tiempo. La casa de Karina tenía pocas cosas considerando que se había mudado recientemente, pero la joven publicista había hecho de ese lugar un hogar. Somi lo sentía así, estaba siempre cálido, había un rico aroma a café y los pocos muebles combinaban de forma perfecta entre sí.

Aplicó champú en su cabello rubio, era extraño tener el olor a Karina, pero tomó nota mental de la marca de sus productos porque seguramente los iba a comprar en su próxima visita a la farmacia.

Eran apenas las 7 de la mañana, Karina permanecía dormida y Somi se alegró de que así fuera porque después de todo lo ocurrido el día anterior, un descanso era necesario.

Secó su cabello y se preparó una taza de café.

Prendió su computadora, tenía al menos cuarenta minutos antes de entrar a su primera reunión por lo que decidió responder algunos correos pendientes.

Somi amaba su trabajo, la exigía constantemente y la obligaba a ocupar todo su intelecto. Jamás se aburría, cada caso era diferente al anterior y con lo ocupada que estaba no tenía tiempo de sentirse culpable por defender a nadie.

Estiró su cuerpo, la cama de la habitación para invitados no estaba mal, pero no era su cama. También tenía un poco de resaca, ya que luego de su noche de vandalismo volvieron para terminar de beberse todas las botellas de vino que existían en esa casa.

Un último bostezo, un gran trago de su café y manos a la obra.

En la vida de Jeon Somi no había tiempo para ser perezosa, literalmente.

El tiempo se le pasó volando mientras respondía correos, preparó su segunda taza de café y entró a su primera reunión online del día.

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—Won, cuántas veces tengo que explicarte que la detención fue ilegal. —Somi quería arrancarse todo el cabello, a veces sus compañeros de trabajo eran demasiado frustrantes. —El cliente no puede pasar otra noche más en la cárcel, necesito que fuerces su salida alegando la detención ilegal y que apeles a obtener detención domiciliaria hasta que se nos dé una fecha para el juicio. No es tan difícil ¿O sí? —Karina había aparecido recién en su cocina, todo su cuerpo (incluyendo su corazón) dolía de una forma inhumana.

Se preparó un bowl de frutas y puso a funcionar su máquina de café mientras Somi tenía una reunión con uno de sus colegas.

Cuando la abogada cerró su computadora de golpe entonces Karina se decidió a hablar, antes no quiso interrumpirla.

—Eso sonaba serio.

—Es que a veces no entiendo cómo otras personas estudiaron exactamente lo mismo que yo y son tan... Incompetentes. —Y esa era exactamente la Somi que tanto intimida a Karina. Aunque después de lo ocurrido la noche anterior estaba segura de que se sentía mucho más cómoda estando con ella.

—No todos son geniales como tú. —Masajeó su frente y bebió del café como si fuera la solución a todos sus problemas.

—Es cierto. —Rio. —Por cierto, podemos pedir algo para almorzar y ya luego me iré a casa. —Ofreció Somi, esperando que Karina no estuviera aburrida ya de su presencia.

—No tienes que irte. —Jimin no se demoró mucho en hablar. Realmente no quería estar sola, pero tampoco se atrevía a pedirle que se quede. —La casa es grande, el wifi es bueno para tus reuniones y puedes tomar tus duchas. —Las dos rieron, Somi entendió el mensaje entrelíneas. Jimin no estaba preparada para estar sola, y mientras Giselle no pudiera estar presente decidió que tenía que asumir el rol de mejor amiga.

Mailbox. (WINRINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora