33/la cuarta carta de Minjeong

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Jimin estacionó su auto afuera de la casa de sus padres, decidió no estacionarse dentro del patio, ya que no estaba segura de si sería bien recibida o no.

La casa todavía tenía las luces navideñas colgadas y suponía que por dentro estaba aún con decoraciones de la festividad. Se bajó del auto sin sacar nada de las cosas que traía y caminó hasta la entrada para tocar la puerta con sus nudillos. Sabía que había personas porque salía humo de la chimenea y la luz de la cocina estaba encendida.

Escuchó pasos y por la fuerza con la que sonaban supuso que era su padre quien la iba a recibir, algo que la aliviaba un poco.

—Jimin. —Kanghoon parecía realmente sorprendido de ver a su hija. —¿Qué haces aquí? Pensé que no vendrías. —Su papá no terminaba de abrir por completo la puerta, dudando si dejar entrar o no a su hija.

—Creo que tenemos una conversación pendiente.

Jimin estaba segura de que ella no era la que tenía que dar el primer paso, pero también sabía cómo pensaban los adultos y no tenía dudas que si no la habían llamado para navidad, entonces no lo harían nunca.

—¿Cariño, quién es? —La voz de su mamá se comenzó a acercar y Kanghoon abrió la puerta para que su esposa pudiera ver a su hija. —Jimin. —Estaba segura de ver una pequeña y sutil sonrisa en los labios de su mamá, pero no se quiso ilusionar. —Kanghoon, tienes a tu hija enfriándose allá afuera. —El mencionado se corrió y Jimin tomó la iniciativa de entrar a la casa, sintiéndose como una extranjera en su propio hogar.

—Te voy a preparar un chocolate caliente, debes estar congelada ¿O prefieres que te haga una sopa?

La verdad era que Jimin no tenía nada de frío, la adrenalina no le permitía sentirlo. —Un chocolate caliente está bien. —Nayoung sonrió y desapareció de la sala para volver a la cocina.

—Le debes una disculpa a tu mamá. —Jimin nunca pensó que la hostilidad la recibiría de parte de su padre, sobre todo porque era él quien siempre se quedaba fuera de cualquier tipo de altercado. —Nunca la había visto tan triste.

—Lo que pasó con mamá lo hablaré con ella. —Jimin no tenía la fuerza como para pelear con su papá, sobre todo porque el problema no lo había tenido con él. —Permiso. —Queriendo desligarse de esa tensa conversación, prefirió meterse a la cocina para estar con ella.

Jimin entró a la cocina, viendo la espalda de su madre mientras le preparaba aquella bebida caliente.

La cocina era el lugar que más era ocupado por su mamá, y con el pasar de los años pocos cambios se habían hecho ahí. Las paredes seguían del mismo color, los muebles seguían en su misma posición y el olor era el mismo. Con suerte algunos artefactos electrónicos habían cambiado, no por decisión sino por necesidad.

Jimin reflexionó instantáneamente en como a su mamá jamás le gustó el cambio. Era feliz entre sus cuatro paredes estáticas. Quizá por eso llevaba tantos años casada con su padre, Kanghoon era un hombre sencillo y de rutina.

Lo único que no entraba en ese cuadro perfecto era Jimin, quien por muchos años se había esforzado correctamente en encajar. Por un largo tiempo lo logró, pero a cambio obtuvo una vida que parecía no pertenecer a ella y cuando finalmente había decidido romper con esa rutina las cosas no habían salido de manera ideal.

—Te debo una disculpa. —Dijeron las dos al mismo tiempo.

Hubo un silencio después de eso.

—Aquí tienes. —Nayoung puso el chocolate caliente en el mesón de la isla de la cocina y Jimin se sentó en una banca para poder tomarlo.

Mailbox. (WINRINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora