Roma vio el final de este pedazo del sueño al fin.El mismo camino, el mismo grupo, el mismo destino. Uno ya se había quedado atrás. Ella corrió hacia la casa en llamas. Alguien intentó detenerla, pero su agarre falló.
El calor adentro era insoportable. Escombros caían del techo y las paredes se deslizaban hacia abajo. Una vocecita aguda la llamaba.
Pero por más rápido que intentara atravesar la sala destruida, no llegaría antes que los escombros que cayeron sobre el niño en el centro de la habitación. Hubo un largo grito y luego nada. Sólo más calor y la sensación de asfixia por la falta de oxígeno.
Dolor. Eso lo recordaba mejor. Le dolía todo el cuerpo cuando la sacaron.
No podía captar las palabras de la persona que se inclinaba sobre su cuerpo, ya en el exterior. ¿Era otra lengua quizás?
Tenía un rostro muy bonito. Aunque quisiera alcanzarla, ella sólo parecía apresurarla.
La multitud no estaba tan lejos y todavía no llegaban.
¿A dónde?
¿Y por qué tanta prisa?
Roma intentó aferrarse a este sueño, incluso cuando percibió la cama bajo su cuerpo y oyó en la distancia a Luján contando. Se imaginó que la visión era un objeto tangible y se sostuvo con todas sus fuerzas para observar a su reducido grupo medio destruido correr por el barro y tomar un atajo.
En algún punto, los emboscaron.
Su sorpresa al ver aparecer gente de la nada en la oscuridad fue tan grande que se "soltó" sin querer y regresó a su propio cuerpo.
Roma abrió los ojos y parpadeó hacia un techo con estrellas diminutas y fluorescentes. Sabía que lo conocía. Su mente medio ida le decía que ese techo le era familiar en algún tiempo, sólo que aún no estaba del todo "aquí" y resultaba difícil ubicarse.
Luján se inclinó sobre ella y le habló en voz baja. No esperaba una repuesta todavía. Roma seguía divagando entre las imágenes del fuego, el dolor en su pecho y el aroma a canela. Lo último debía pertenecer "aquí".
Cuando terminó de "llegar", se sentó de mala gana y se frotó el rostro con las manos. Estaba exhausta.
La canela era de un incienso que Luján puso a unos pasos de la cama. Las cortinas estaban cerradas y la puerta igual. Debió haberle colocado el cartel de "no molestar".
Luján le tendió una taza de té. Se había sentado en un cojín junto a la cama y revisaba su teléfono hasta entonces.
—Desataste un nudo —le informó, en tono suave.
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Serendipia
Viễn tưởng❝A veces cuando buscas algo, encuentras una cosa completamente diferente. No es casualidad. No existen las casualidades❞ Suhail y Meissa creen que han elegido un edificio por casualidad, porque las circunstancias los empujaron en esta dirección, sin...