París no tenía la ventaja de la costumbre. Cuando se despertó de la pesadilla, estaba tan alterado que no recordaba dónde se encontraba, temblaba y se cayó de la silla.
Sí, se había dormido en su escritorio después de revisar algunas estadísticas sobre el alcance de las publicaciones de una cuenta. Esto fue lo primero que regresó a su mente, pero le dolía la cabeza y sentía el cuerpo frío.
Sus ojos aún estaban llenos de esas imágenes. El camino de barro. La poca luz. Los árboles.
Llevaba a alguien de la mano. Todavía podía sentir el calor del contacto bajo su palma. Y corría hacia otra persona.
¿Hacia quién? ¿Y por qué?
Lentamente, este sueño se fue borrando de su mente y París se concentró en sus sentidos, en el presente, en el espacio en que estaba, tirado en el suelo, en pijama y con una expresión de absoluta confusión.
Debía ser media mañana. Sus cuentas eran más activas por las tardes y en la noche, y como solía dejar todo programado, sólo debía fijarse en las interacciones poco después y asegurarse de que todo estuviese en orden.
Cuando ya no podía recordar nada más que un gran borrón, sintió una presencia detrás y alguien se inclinó sobre él.
—¿Estás bien?
Dorian parecía haber salido del baño con prisa. Tenía una toalla en torno a los hombros y el cabello húmedo. Unas gotas cayeron sobre París mientras su mente rebobinaba y le decía que debería reaccionar. La gente no acostumbraba a responder bien a un chico que se les quedaba mirando de esa manera.
—Te oí gritar —continuó Dorian, agachándose junto a él—. ¿Te caíste? ¿Estás lastimado?
París reaccionó a este tono angustiado, sólo que no como Dorian debía esperarlo. Gritó que estaba bien y se puso de pie tan rápida y torpemente que su cabeza golpeó la barbilla de Dorian y regresó abajo, adolorido.
Dorian se había echado hacia atrás y tenía una mano en su barbilla. Lo oyó ahogar un quejido.
Están los idiotas, se dijo París, con una mano presionada contra el lugar lastimado en su cabeza, y luego estás tú. Ni siquiera tienes un puesto en la fila de idiotas, no, tú estás más allá de eso.
—¿Estás bien? —balbuceó, viendo a Dorian de reojo.
Él abrió y cerró la mandíbula para comprobar que estaba bien y asintió, aunque todavía parecía un poco adolorido. París estaba ocupado viendo el piercing que tenía en la lengua balancearse con el movimiento y quiso darse una sacudida mental.
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Serendipia
Fantasy❝A veces cuando buscas algo, encuentras una cosa completamente diferente. No es casualidad. No existen las casualidades❞ Suhail y Meissa creen que han elegido un edificio por casualidad, porque las circunstancias los empujaron en esta dirección, sin...