París esperó afuera de la cafetería y se emocionó cuando vio a Dorian salir de su turno.
Pero esta felicidad no duró demasiado.
Era de noche y caminaron sin prisas por la calle. No quedaba lejos.
Aunque no estaban dentro del horario laboral, algunas luces de neón se encontraban encendidas y había una persona dibujando sobre una gran mesa manchada por carboncillo y rastros de pintura púrpura. Dorian tocó la puerta, esa persona lo vio y hubo un zumbido que les avisó que la cerradura se abrió con un mecanismo activado desde adentro, por lo que Dorian la empujó y lo invitó a pasar.
París echó un rápido vistazo alrededor para tomar nota del lugar. Cuántas personas había a la vista, cuántas entradas o salidas, alguna señal de si era un lugar seguro o no.
Era inconsciente. Necesitaba hacerlo.
Cuando divisó un dibujo colgado en la pared de un dragón con el diseño de la bandera asexual por escamas jugando con uno que tenía los colores de la bandera trans, París se distrajo y se preguntó si podía existir tanta casualidad.
¿Era un sitio seguro entonces? París no quería relajarse sin tener absoluta certeza, pero su cuerpo perdió cierta tensión sin notarlo.
Puede que incluso lo hubiesen dibujado sin saber qué era, ¿no?
Dorian había puesto una mano en su hombro y lo presentaba con el tatuador que trabajaba en unos bocetos. Él apuntó hacia el fondo justo cuando le preguntó por la dueña y una voz animada contestaba desde la distancia.
—¡Dori!
—Andrea —Dorian le indicó a París que era ella quien lo había tatuado antes.
Tan pronto como estuvieron frente a frente, estrechó la mano de París con una fuerza impresionante, sonriendo.
—Andrea, Andy, An, ella, elle, él, mi favorito es "ella", ¡pero estoy a gusto con toditos! ¿Me dices tu nombre y pronombres, cielo?
París se sintió como si hubiese tenido un muro alzado alrededor para usarlo de escondite y se hubiese derrumbado de repente sobre él. No sabía si quería gimotear, suspirar de alivio o reírse de los nervios.
Miró de reojo a Dorian, preguntándose si entendería lo que hizo. Probablemente no.
No siempre fueron sólo las agujas. París podía tolerar las agujas en los hospitales e iba a tener que aprender a lidiar con ellas cuando quisiera hacerse la mastectomía.
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Serendipia
Fantasi❝A veces cuando buscas algo, encuentras una cosa completamente diferente. No es casualidad. No existen las casualidades❞ Suhail y Meissa creen que han elegido un edificio por casualidad, porque las circunstancias los empujaron en esta dirección, sin...