❝A veces cuando buscas algo, encuentras una cosa completamente diferente. No es casualidad. No existen las casualidades❞
Suhail y Meissa creen que han elegido un edificio por casualidad, porque las circunstancias los empujaron en esta dirección, sin...
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—...le voy a decir.
—No le vas a decir.
—Le voy a decir.
—No le puedes decir.
—Le voy a-
—No le digas —Meissa interrumpió la discusión de sus hermanos, ceñuda.
Los tres Farage se encontraban en el umbral entre la sala y la cocina, Meissa era la que estaba en el medio. Desde ahí, podían ver a Luján caminando en el patio mientras hablaba por teléfono con Alí.
Suhail estaba ahí parado con un mal humor que era exudado por los poros cuando se le acercaron. Él les explicó que estaba seguro de que sucedía algo extraño con Alí y le preocupaba Luján. Meissa le dijo a su hermano mayor sobre el conflicto de Suhail de actuar homofóbico y que no creía que fuese por eso.
Aziz fue contundente con su respuesta: él decía que estaba celoso.
Suhail lo miró como si hubiese enloquecido y Aziz se dedicó a señalar que tenía la misma reacción que él la última vez que su prometida estuvo trabajando con un sujeto que claramente estaba interesado en ella.
Suhail todavía lo observaba como si le hubiese crecido otra cabeza. Por suerte, mantenían su conversación en árabe y Luján no podría enterarse de nada incluso si colgaba el teléfono o captaba palabras sueltas.
—Sólo iba a preguntarle si no le parecía que mi hermano era atractivo —señaló Aziz, solemne—. ¿No van todos por ahí buscándole pareja a sus familiares?
—No, eso sólo lo hacen las abuelas y los vecinos molestos —replicó Suhail, meneando la cabeza.
—¿Y qué se supone que harás si te dice que Suhail le parece atractivo? —indagó Meissa, colocándose las manos en la cadera.
—Empujarlo hacia Luján —Aziz simuló el gesto de empujar a alguien con las manos en el aire.
—¿Y si dice que no?
—Darle helado de yogurt a Suhail —repuso Aziz.
—¡No vas a hacerle esa pregunta! —reclamó Suhail, cruzándose de brazos.
—¿Te da miedo que te diga que sí o que diga que no? —preguntó Aziz.
—Va a decir que no- ¡pero ese no es el punto! —Suhail sacudió la cabeza de nuevo.
Aziz intercambió una mirada con Meissa, que lucía pensativa.
—No había considerado que pudiesen ser celos...
—Creo que me daría cuenta si estuviese celoso —aclaró Suhail, en voz baja.
—Siempre has sido celoso y estás acostumbrado —contestó su hermano.
