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El sol de la mañana entró por la habitación, el enorme ventanal que daba hacia una parte llena de arboles de la parte lateral de la base estaba semi abierto. Me froté los ojos para más confort y noté que Steve no estaba y que en cambio sobre mi mesa de noche había una bandeja con desayuno y una nota.

"Fui a entrenar con Sam, volveré a recogerte para el almuerzo" con un pequeño corazón al costado.

Claro, el capitán se levantaba todos los días a las cinco de la mañana sin excepción alguna. No podía serlo nuestra primera vez. Pero no podía culparlo. Me pregunté como podía él estar con tanta energía cuando ni siquiera me levantaba y ya sentía que me dolía todo. Las piernas, las caderas, la pelvis. Hasta los pechos me ardían un poco. Como pude me senté en la cama y me arrastré al espejo. Me puse la camiseta de Steve y me miré, casi no pude creer cuando me vi un par de moretones entre las piernas, que no eran moretones.

Madre mía, eran... las partes donde él había succionado como si quisiera comerme viva. Como si quisiera chuparme la sangre.

Dios santo.

Acordarme solo hizo que me estremeciera y que las piernas me temblaran un poco.

Necesitaba una ducha fría.





Casi una hora después, estaba en la sala de estar comiéndome las tostadas que me había dejado Steve y el vaso de jugo que me había dejado. Le sumé un café con leche y me fui a sentar en el sofá cuando apareció Wanda por el pasillo con una sonrisa.

—Buenas tardes, señorita Stark — se burló — ¿Durmió bien anoche?

No la miré. No me atreví. No hicimos ruido. No mucho. Al menos intentamos no hacerlo. Aún así...

—Bien gracias — respondí y traté de cambiarle el tema — ¿Y el recuperado?

—Durmiendo —. Wanda se sentó en el brazo del sofá mientras me miraba comer con una ceja sobre la otra — dicen que después del sexo da mucha hambre.

Casi escupí mi café ante su comentario.

—Wanda por el amor de Dios — exclamé tosiendo — ¿Me quieres matar? — pero ella rió y sus ojos se posaron en la televisión, le había dado un mordisco a mi pan y mirado mi café cuando ella apuntó hacia la pantalla.

—Mira — dijo — ¿Ese no es el doctor que atendió a Pietro? —.

Me limpié la boca y me fijé en la pantalla. En ese mismo momento el teléfono de Wanda comenzó a sonar en sus manos. Ella miró la pantalla y juntó las cejas.

—¿Qué pasa? — pregunté cuando ella me mostró la pantalla. Una foto de ambas con Pietro de fondo y yo, llamando... — ¿Qué?

—Voy a contestar — abrí la boca para decirle que no lo hiciera, pero Wanda contestó dándome la espalda — ¿Sí? ¿Quién eres y porque tienes el teléfono de Elena? — Wanda esperó y luego, se giró a verme de costado. Los ojos tan abiertos que cualquiera pensara que iba a echar esas luces rojas de su poder — claro, se la paso... doctor.

Mis ojos se abrieron como platos, mi cara cayó hacia adelante.

—¿Qué? Pero... — ella encogió los hombros y me puso el teléfono en las manos — ¿Hola?

—Señorita Stark, me temo que ha olvidado su teléfono en la habitación de Pietro Maximoff. Tuvo suerte de que fui a revisar la habitación antes de que llevaran a mi nuevo paciente ahí —.

Tenía que ser una broma. ¿Strange?

—No yo... — comencé a tantear mis bolsillos. Anoche no había pensado para nada en mi celular. No era mi prioridad. Dejé sola a Wanda y corrí de vuelta a mi habitación, busqué entre mis cosas — tiene que ser un error yo... — metí la mano en mi bolso y... no estaba — oh.

Red Rope  ━ Stephen Strange/Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora