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Cinco meses después:

Elena escuchó los pasos de Tony. Un par de segundos después, él tocaba a su puerta con cuidado y dejaba la charola con el desayuno sobre la mesa. 

Tal como, lo había estado haciendo durante los últimos cinco meses. Elena se quitaba las sabanas del cuerpo y se sentaba al borde de la cama para comer el desayuno que le traía su hermano. Sin expresión en la mirada, comía cada bocado y bebía cada parte del vaso de jugo natural que él mismo había hecho para ella. 

Cada trago le dolía. Le ardía. Mientras intentaba luchar por escuchar los pensamientos de Tony a su lado. 

—Wanda vendrá a verte esta noche — dijo Tony con un tono bajo de voz — Ella y Pietro. 

Elena asintió de manera mecánica. Trataba de buscar en su interior el dolor y encontrar una manera de sacarlo hacia afuera en forma de gota. Pero era como si el dolor se hubiera pegado a las paredes de su cuerpo y se hubiera tapado con una sabana. 

Cuando bajó la vista a la tostada mordida en sus manos, pasó los ojos por sobre el vientre ligeramente hinchado y el corazón le dio un vuelco que la hizo respirar con dificultad. Tony, jadeó a su lado exaltado ante el movimiento y ella le enterró las uñas en los brazos sin darse cuenta. La niña,  su hija, se había movido. No era la primera vez, pero esta era particularmente con más fuerza. 

—¿Estás bien? ¿Es la bebé? ¿Te sientes mal? 

Elena apretó la mandíbula. Jamás, desde que se enteró de su embarazo al despertar del coma se atrevió a verse al espejo o ponerse la mano sobre el vientre. Todo lo que tuviera que ver con Steve Rogers parecía haber muerto en su interior. Pero con el pasar de los meses, Elena logró dejar atrás el rencor y lo transformó en dolor. Lo que no era para nada mejor que lo anterior. Pero al menos, ya no era capaz de odiar al hombre que una vez amó tanto. 

Y cada vez que intentaba entender que había pasado se volvía loca. Y trataba de convivir todo lo menos posible consigo misma y sus nuevas habilidades. Saber, todo lo que Steve le había hecho le provocaba nauseas. No solo, haberla dejado mientras ella no tenía conciencia de eso. Sino por haber ocultado algo tan importante como la verdadera razón por la que tanto cubría a James. 

Así que, cuando mejoró y comenzó a darse cuenta de que escuchaba más de lo que quería. Tony prefirió llevársela a su casa y cuidarla ahí. Wanda, Vis y Pietro iban a verla constantemente para ayudarle con su nuevo poder. Telequinesis

Pero no era muy agradable escuchar los pensamientos ajenos. Odiaba hacerlo y terminaba aún peor. Su depresión se contrastó con la ansiedad de no querer escucharlos. Así que, cada día se terminó aislando aún más y hablando aún menos que el día anterior. 

Tony comenzaba a preguntarse si salvarle la vida también traía consigo el costo de no volver a oír la voz de ella nunca más. 

—Elena... — Tony puso una mano sobre los dedos enroscados de ella y miró su vientre. Notó un movimiento no tan grande y sonrió, sin poder evitarlo. 

—Ella está... — Elena cerró los ojos. No se atrevía a hablar, se sentía extraño siquiera decirlo a través de sus labios. Tony, impaciente y nervioso se levantó. 

—¿Está qué? 

—Moviéndose mucho — dijo al fin. Abrió los ojos y se dio cuenta de que Tony estaba más despeinado y con el rostro impaciente — perdón. 

—¿Quieres que vayamos a revisarte? Visión dijo que...

—No. Estoy bien. Solo voy... voy a recostarme. 

Red Rope  ━ Stephen Strange/Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora