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Stephen volvió al sanctum sanctorum exactamente una hora después. Tenía una leve lesión en el brazo pero nada que no curara una buena ducha caliente. Wong se despidió junto a las escaleras antes de abrir un portal hacia el santuario de Hong Kong.

—Que tengas bonita noche, Sexy doctor extraño — una sonrisa ladeada, lo suficientemente burlesca se dibujó en el rostro de Wong y se fue antes de que Stephen lo lanzara a la fuerza.

Aunque él también sonrió cuando se marchó y subió las escaleras a paso ligero. Casi sin pensar en ello, Stephen se deslizó hacia la habitación de Elena. La puerta esta a entre abierta. Pero ahí no había nadie. Ni en el baño. Así que con las cejas fruncidas trató de mantener un poco la calma. Su capa roja de levitación, lo tironeó hacia el lado contrario. Donde estaba su habitación.

Stephen se quejó pero sedio ante la insistencia de la capa y se encaminó mal humorado hasta la puerta de su habitación. Primero, se detuvo en el pasillo al encontrar los tacones de Elena dispersados uno del otro. Los recogió y sosteniendolos en el aire los examinó con cautela.

Siguió avanzando y encontró la puerta de su habitación, abierta y al poner un pie dentro, encontró el vestido de Elena Stark en el suelo.

Stephen contuvo la respiración cuando se agachó a recogerlo y se levantó con los ojos fijos en la cama. En su cama. Donde había una hermosa mujer durmiendo boca abajo entre sus almohadas, escondida entre sus sábanas como si estuviera flotando en una nube. Él solo podía ver el cabello plateado de Elena extendido en su espalda y en parte de las almohadas. Estaba en ropa interior y metida entre las sábanas hasta las caderas.

Stephen apretó los dientes, tomó el vestido y lo dobló. Lo dejó a los pies de su enorme cama y se acercó a Elena. Tomó el borde de las gruesas sábanas y la tapó hasta los hombros. Procuró no tocarla, como si temiera romper un código. Y luego, le apartó el cabello del rostro. Le vio el maquillaje desparramado bajo los ojos. Los labios hinchados. ¿Ella había estado llorando?

Tragó con dificultad. Eso era normal ¿No? Que alguien que había bebido tanto, se pusiera un poco sentimental.

Sin embargo, Stephen sabía que Elena tenía profundos sentimientos y heridas. Como él. Heridos por causa del pasado, con amores que habían herido sus corazones. Ah, cuando él le contó sobre Christine. Elena solo asintió y compartió sus sentimientos. Porque ella sabía desde mucho antes que él se lo hubiera dicho. Elena sabía que estaba enamorado de Christine. Pero lo que ella no sabía era que él había dejado de pensar en Christine desde que la conoció a ella.

Había sido como si todo su mundo de pronto tuviera sentido. Casa parte de él se sentía extrañamente completo y aliviado.

—Elena — dijo con suavidad — ¿Que estás haciendo en mi cama? — deslizó la yema de su dedo pulgar por el suave rostro de la chica para despertarla. Pero ella no se movió ni un poco — ¿Elena? — nada.

Stephen sonrió. Elena nunca había pisado su habitación. Era algo que ella respetaba más que todo. Siempre golpeaba la puerta y le hablaba por afuera. Nunca, había entrado. Y eso le producía un sentimiento de satisfacción extraña. De pronto, verla ahí entre sus sábanas hizo que su corazón palpitara con fuerza. No podía evitarlo. Pero ¿Por que ella se comportaba de esa manera con él si no sentía ni un afecto más que la amistad?

Desde que había escuchado sin querer su conversación con Wanda se sintió tan enojado que no había querido verla. No entendía porque, si quiera no producía en ella algún tipo de confusión. No es que fuera irresistible, pero simplemente escucharla decir que "no puedo sentir nada por él más que agradecimiento" había sido demasiado choqueante para él.

Red Rope  ━ Stephen Strange/Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora