La llegada de Bae Su Ji no había sido pasada por alto para nadie de la familia. Todos se reunieron en la sala, consternados sobre lo que aquella mujer podía estar haciendo en la casa Lee. Ji Eun se veía especialmente nerviosa, mordiendo la punta de una de sus uñas acrílicas mientras que sus ojos se mantenía fijos en las escaleras.
Ambas mujeres habían sido amigas durante casi toda su vida. Y aunque habían dejado de frecuentarse con la misma regularidad que en un pasado por la ruptura del compromiso, seguían siendo realmente cercanas.
— ¿Tienes una idea de por qué está aquí? — Taemin preguntó directamente a su melliza, quien lució aún más nerviosa. —
— Ella no me dijo nada al respecto... pero creo que tengo una idea.
La respuesta no pareció ser suficiente para nadie en la sala. Todos un poco nerviosos de la situación. Si bien la ruptura entre la pareja había sido poco conflictiva, el resto de la familia Bae fue un verdadero dolor en el trasero los primeros años. Habían exigido ante el consejo algún tipo de castigo a Taeyong por la seudo humillación a la que la menor de toda la familia fue expuesta al ser dejada por un lobo. Y claro que esos cinco megalómanos habían tratado de buscar una forma de desquitarse pero tuvieron la suerte, al menos en ese momento, de que no había ninguna ley que pudiera aplicarse a la situación.
Su Ji era una mujer amable y comprensiva... su familia un nido de víboras aún peor que los propios Lee. Que ella estuviera allí solo podía ser el inicio de otro muy largo conflicto.
Yang Yang estaba un poco incómodo en su lugar en el sofá, apenas había visto el rostro de su hermano antes de que se metiera en la misma habitación que su pareja y aquella mujer. No era el mejor de todos. Aunque al menos no había escuchado una pelea. Eso era, como mínimo, un punto positivo en todo ello.
Los ojos del lobo se posaron por un instante en Jaemin, quien apenas estaba sentado en la parte superior de las escaleras. No había dicho nada y no parecía estar buscando una conversación. Puede que sólo hubiera querido salir un poco de su habitación. Él tampoco querría estar demasiado tiempo en un solo lugar tras haber estado encerrado por meses.
— ¡Ten, espera! — La voz de Taeyong sorprendió a todos. —
— ¡Acéptalo si quieres! ¡Me importa un carajo pero yo me iré si lo haces!
Los gritos de Ten sobresaltaron a quienes estaban en la sala. El lobo apareció, luciendo molesto y frustrado mientras se detenía en la cima de las escaleras al verlos a todos allí. Pudieron ver cómo es que rodaba sus ojos que estaban de un intenso amarillo casi dorado antes de que bajara a gran velocidad los escalones y saliera hacia el patio. No tardó mucho en que un gran aullido se escuchara en las cercanías.
Eso sólo causó más confusión en el resto de la familia. Mark relamió sus labios, aún presente y sintiéndose incómodo ante toda aquella situación que no debería estar presenciando. En voz muy baja, le habló directamente a Donghyuck a su lado diciéndole que era mejor si se marchaba.
El menor le acompañó hasta la puerta, notando el ligero temblor de este en sus manos antes de subirse a su auto. Parecía a punto de desmayarse y tuvo el impulso de decirle que se quedara esa noche pero no se atrevió a hacerlo. No era como si creyera que fuera a aceptarlo de todas formas.
No pasaron más de cinco minutos desde la partida del canadiense cuando Su Ji apareció en las escaleras siendo acompañada de Taeyong. Parecía un poco avergonzada al ver a todos esperando allí abajo pero trató de disimularlo con una suave sonrisa, saludando a los presentes con amabilidad.
Taeyong la acompañó hasta su auto, no observando a nadie de su familia a pesar de que sentía todas las miradas puestas en su espalda. Una vez que ella se subió a su vehículo, ambos murmuraron algo antes de que Su Ji se marchara, dejando el ligero aroma de su perfume frutal flotando en el aire.
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Bloody Tears
Fanfiction¿Qué era lo que hacía que la vida tuviera sentido o valiera la pena? Jaemin no lo sabía. Si alguna vez creyó saberlo, en su actualidad de sentía tan iluso. Nada tenía verdadero sentido. Sólo sabía de su dolor y odio. Lo único en lo cual podía conce...