Capítulo 31

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Los días que se convirtieron en semanas fueron un sentimiento extraño. No era bueno calculando el tiempo desde hace meses. Todo se sentía igual, un bucle perpetuo aunque las cosas a su alrededor cambiaran poco a poco.

Estando a mediados de Enero faltaban solo dos semanas para que se cumpliera el primer aniversario de la muerte de su familia. Vivir allí tampoco ayudaba demasiado a mantener algún registro aunque fuera visual del tiempo que pasaba. La casa Lee no se había visto envuelta en un clima festivo en ningún momento y, si es que alguno de ellos había celebrado navidad o año nuevo, no mencionó nada al respecto. Aunque, con la situación que cada una de los habitantes de la casa atravesaba hasta individualmente, no creía que tuvieran los ánimos de hacer siquiera una cena.

Incluso apenas se dio cuenta de que pasó navidad cuando Mark y Chenle le regalaron una costosa chaqueta que como humano había deseado durante años. Y pudo ver la especial sonrisa de Yang Yang apreciando unos discos de una banda extraña. No tenía que preguntar para saber quien se los había dado.

Fueron más cuidadosos con él en esas fechas a sabiendas de lo que significaba. Y eso le causaba risa. Como si el recuerdo pudiera romperle más.

Ya estaba absolutamente destruido.

Lo cual, a su muy extraña manera, le había brindado calma. Los primeros dos días después del incidente de Sungchan había permanecido encerrado en su habitación a oscuras. Se mantuvo en silencio y pensativo. La semilla de una nueva furia instalándose en su pecho y creciendo. Las raíces enredándose en los trozos de su pulverizado corazón y juntándolos de nuevo en una figura extraña.

Sentado en el fondo del abismo ahora podía dedicarse a contemplar con mayor claridad su alrededor. Era capaz de verlo desde una perspectiva diferente y renovadora. Le ayudó a entender y comprender finalmente algunas cosas que se habían sentido como una carga en su pecho. Fue aliviador.

Ahora estaba de nuevo en esa habitación. Observó el punto en el suelo donde Yuta le había puesto una navaja en el cuello y comprendía mejor sus palabras. La oferta de matarlo justo allí no había sido una amenaza, sino un regalo. Una última ofrenda dada a él para alejarlo de esa vida finalmente, porque incluso morir era mejor. Pero no todos tenían el coraje que se necesitaba para quitarse su propia vida y necesitaban que un tercero lo hiciera. Quizás el japonés era uno de esos.

Eso no quería decir que hubiera vuelto a estar en buenos términos con el bastardo loco.

Entró al baño y frente a un todavía roto espejo levantó la parte de atrás de su camiseta. No había ni una marca, pero algunos días sentía que las heridas volvían a doler. Hyori lo había azotado de nuevo por el accidente con Sungchan y las puntas del flagelo habían dejado sus cicatrices en su memoria. Las heridas habían hecho un desastre sangriento y juraba que aún podía sentirse en la casa el aroma de su sangre. La mujer está vez había estado furiosa y, de no ser porque Taemin le detuvo, estaba seguro de que habría golpeado cada parte de su cuerpo o llegado hasta el hueso.

Yuta fue el único que tuvo permitido acercarse para quitarle los restos de una desgarrada camiseta de las heridas y limpiarlo. Ji Eun se acercó con la intención de ayudarle como pudiera, pero fue detenida por su mellizo. Había visto la sospecha en los ojos de la mujer que debió retroceder a regañadientes cuando su madre le dijo que ese no era un trabajo del que debiera preocuparse.

Ahora su espalda estaba perfectamente tersa, como si nada hubiera sucedido y consideraba que era algo un poco aterrador. Que sencillo era para cualquier vampiro simplemente poder olvidar algunas cosas. O al menos momentáneamente. No quedaban muestras físicas de sus horrores, pero aquellas que no se veían eran las peores.

Rasco nerviosamente sobre su pectoral izquierdo. Sentía el relieve en su piel y el solo recuerdo le provocaba lágrimas pero estaba tan cansado de llorar. Creía que finalmente había tocado fondo. No podía sentirse más desdichado y usado. Un muñeco que no valía nada.

Bloody TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora