Su lobo gruñía en su interior sintiéndose amargado e incómodo. Frotó su rostro contra las almohadas de la cama tratando de captar el aroma a Taeyong que se había disipado un poco. Había pasado una semana desde que se marchó por trabajo y estaba molesto. Lo que se suponía que debía de tratarse de un pequeño viaje de negocios de tres días se había extendido por petición, mejor dicho orden, de la jefa de la familia Lee. De haber sabido que iba a suceder eso le habría acompañado.
Maldito perro idiota que necesitaba del vampiro.
Al menos tenía el consuelo de saber que ya estaba en camino al aeropuerto. Lo que significaba que Taeyong estaría de regreso en tan solo unas horas. Cuando era un niño o adolescente jamás le explicaron que tan fuerte sería la necesidad de permanecer al lado se su pareja. Que la luna le perdonara por enojarse con sus antiguos amigos que iban todo el tiempo con sus compañeros a cualquier sitio. Estaba teniendo su castigo por ello.
Frustrado, se levantó de la cama yendo hasta el baño para poder lavar su rostro. Necesitaba despejarse o iba a volverse loco estando encerrado en esa maldita habitación por más tiempo. Cepilló sus dientes y desenredó su cabello con los dedos antes de salir. Bajaría por algo de desayunar y luego buscaría a Ji Eun. Seguro que podía enfocarse cosiendo algo o cortando algunas telas para ella. Quería mantenerse enfocado en algo que no fueran sus pensamientos.
No se molestó en quitarse el pijama, bajando las escaleras con los pies aún descalzos. La madera estaba ligeramente fría pero le agradaba la sensación. Claro que cualquier rastro de posible gusto despareció en el preciso instante que pudo escuchar los tacones de Su Ji en la sala yendo de un lado a otro mientras hablaba por teléfono. Se escuchaba como si estuviera discutiendo.
— ¡Dijiste que podrías! — Ella gritaba, luciendo enojada. — ¡¿Y tú desde cuando haces caso a lo que papá te diga?!
Lo último que vio de ella fue como mordía una de sus largas uñas con molestia. Decidió ignorarla y seguir su rumbo. Entró a la cocina, poniendo agua a calentar para poder prepárese un té y buscó entre las gavetas sus galletas favoritas. Podría comerse al menos dos paquetes sin tener a Taeyong diciendo que debería alimentarse más sano ¿Con que derecho se creía su nutricionista privado cuando su dieta se basaba en sangre? Maldito vampiro.
Veinte minutos y al menos veintitrés galletas después escuchó como la embarazada arrojaba uno de los almohadones con fuerza en lo que pareció ser una pared. Miró la hora en el reloj de la cocina. Ni siquiera eran las nueve de la mañana. Demasiado temprano para que ya su humor fuera tan malo.
Dejó su taza de té a la mitad y tomó otra galleta antes de ir hasta la puerta. No cruzó a la sala, solo se quedó apoyado contra el marco de madera. Observó a Su Ji unos segundos. Su vientre estaba grande, demasiado. Debía de faltarle alrededor de dos meses para su parto, si es que llegaba a término. El bebé nacería a finales de enero de ser así. Tenía un bonito vestido suelto azul marino y su cabello recogido en una coleta. Aunque no lucía su atuendo en su totalidad al estar sentada sobre el sofá con una expresión de molestia y cansancio mientras frotaba sus sienes.
— ¿Ahora qué te sucede? — Preguntó tosco. —
— Estar encerrada aquí. — Comentó con molestia, posando sus ojos en él. — Voy a volverme loca si debo seguir dependiendo de los demás para poder salir.
Ella lucía muy apenada por aquello y Ten solo pudo ponerse más rígido en su sitio. Relamió sus labios, agradeciendo no haber llevado su taza con él o se habría resbalado de sus sudorosas manos.
Había estado pensando en la situación desde hace días, dándole vueltas en su cabeza sin poder parar. Y, aunque no quería tener que elegir, sabía que no tenía muchas opciones.
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Bloody Tears
Fanfiction¿Qué era lo que hacía que la vida tuviera sentido o valiera la pena? Jaemin no lo sabía. Si alguna vez creyó saberlo, en su actualidad de sentía tan iluso. Nada tenía verdadero sentido. Sólo sabía de su dolor y odio. Lo único en lo cual podía conce...