Capítulo 9

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El ambiente en la casa se sentía cada día más pesado y denso. Era difícil respirar incluso para él, quien no necesitaba de tanto oxígeno como un humano. No sabía realmente como los dos lobos y Jaehyun podían tolerarlo. Aunque puede que no fuera tan sólo ello, sino también que cada vez sentía a su hogar como una especie de prisión elegante y costosa.

Por ello estaba revisando unos archivos en su computadora en el patio trasero. Tenía uno de sus cuadernos a un lado sobre la mesa hecha de diferentes cristales. No podía ver demasiado bien la pantalla a pesar de estar bajo la enorme sombrilla para el sol pero no le importaba demasiado. Prefería esforzar un poco la vista antes de que seguir dentro. Seguramente, de ser humano, habría tenido que llevar gafas tras destruirse los ojos.

Tras cuatro archivos leídos y tres hojas enteras decidió que podía darse un descanso. Apoyó mejor su espalda en la dura silla de mimbre. No sabía por qué su madre había escogido esos muebles pero a él le parecían alguna especie de tortura. Estaban lejos de ser cómodos.

Movió su cabeza de un lado a otro, tratando de destensar su cuello. Incluso hizo un par de masajes en su nuca con su mano derecha para quitar los nudos.

Aunque no sirvió de mucho al ver a Ji Eun moverse de un lado a otro por uno de los ventanales que daban al comedor. Estaba molesta, mucho. Ni siquiera tenía que estar con ella para poder escuchar el sonido de sus tacones al pisar con furia el fino suelo. Aún le sorprendía que no hubiera rayado todos los pisos de la casa con aquellos. Siempre pensó que sus zapatos de tacón alto se veían como una especie de arma o instrumento de tortura. No podía ser cómodo ir caminando en puntillas todo el día aunque a ella se le diera demasiado natural. Incluso corría con esas cosas.

Cerró la computadora, suspirando y adentrándose a la casa. Habían pocas cosas que podían molestar a su hermana. En eso solía ser similar a Taemin, bastante imperturbable la mayoría del tiempo. Siempre estaba concentrada en sus asuntos y con las manos ocupadas dibujando algún diseño o cosiendo telas hasta formar un nuevo atuendo.

Se movió con cautela, sabiendo que ella a veces no reaccionaba muy bien al ser sorprendida. Pero, antes de que siquiera pudiera estar por completo dentro del comedor, sus ojos enmarcados en las largas pestañas estaban puestos en él. Ji Eun sólo hizo un movimiento con su mano hacia la mesa donde un gran plato de frutas y unas llaves estaban.

— Llévale eso al cazador por mí. Estoy a punto de cometer homicidio. — Gruñó mientras cubría el teléfono para que la otra persona no pudiera escucharle. No pudo quejarse, pues ella siguió gritando. — ¡Me importa un carajo lo que tu madre quiera, Lee Tae Min! ¡No puede hacer esto! ¡Es ridículo!

Levantó sus cejas ligeramente sorprendido. Bien, si eso incluía a Taemin y HyoRi, iba a enterarse de todos modos. Y, por lo enojada que ella parecía, dudaba que fuera a tardar más de unos minutos en hacerlo.

Algo dudoso, miró a las llaves del sótano. Habían pasado días desde que el cazador, o ex cazador, estaba allí encerrado. No había vuelto a bajar ni una sola vez. No por la presencia de este, sino por los recuerdos. Habían sido tan solo unas semanas desde que otro año de lo sucedido se cumplió y estar siquiera cerca de aquel lugar le causaba náuseas.

Tomó las cosas, pensando en que quizás podría dárselas a Haechan o a quien sea que estuviera por la casa para que lo hiciera en su lugar. Seguramente Yang Yang estaría feliz de llevárselo al tipo. Trataba de ocultarlo pero siempre era evidente que andaba cerca del sótano y pendiente de lo que sucediera. No sabía si este había bajado de nuevo o no. No era como si lo hubiera preguntado de todos modos. Hasta donde sabía, sólo los mellizos y su madre habían ido. Los primeros para darle de comer y beber, la segunda... quien sabe para qué

Bloody TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora