Se estaba volviendo alguna clase de extraña costumbre el ver a Seo esperando por él en los límites de su territorio. Su rostro, como siempre, lucía serio e intimidante. Para quien no le conociera seguramente orinarían sus pantalones por el miedo. A Jaemin le causaba un poco de gracia lo contrastante de su personalidad con su apariencia. Era mucho más amable de lo que pareciera y, en muy escasas ocasiones, le había visto molesto. En definitiva no era alguien a quien quisieras enojar, pero la mayoría del tiempo era un sujeto bastante amable.
Reforzando aquella idea que tenía de él, le sintió revolver su cabello como si fuera un niño cuando estuvo lo suficientemente cerca a modo de saludo. Jaemin contuvo el deseo de rodar sus ojos por ello y sólo siguió caminando por la familiar ruta hacia la manada.
Desde lejos podía notar que era una noche animada. Quizás estaba interrumpiendo alguna clase de celebración. Era capaz de oír las risas y los cantos a pesar de la distancia. Los gritos infantiles de los pocos niños de la manada, tan solo tres, eran adorables debido a que estaban cargados de felicidad. El sitio se sentía extrañamente hogareño.
Apenas estuvieron cerca del centro y la enorme fogata que tenían, sintió las miradas posarse sobre él. Algunos le saludaron con pequeñas sonrisas amables, otros le ignoraron sin más. No se detuvo a hablar con nadie, continuando su ruta hacia la pequeña cabaña alejada de todos. Como siempre, esta se encontraba custodiada por algún centinela. Nadie cometería el error de dejar el sitio al menos un segundo.
— Quiero ir solo. — Dijo estando parado ya fuera de la estructura de madera. —
— ¿Seguro? — Seo le preguntó, no pareciendo creer que fuera una buena idea. —
— Sí.
Su respuesta fue contundente y se precipitó hacia la entrada. Se metió en la cabaña tan velozmente como pudo y cerró la puerta detrás de él. El olor de la sangre añeja golpeó su nariz y le provocó náuseas.
Aún así, mantuvo su rostro estoico mientras miraba al cazador. Se veía terrible. Los moretones en su pómulo y un labio partido. Según le dijeron, trató de escapar hace unos días. No fue su mejor movimiento. Incluso aún tenía las marcas del látigo de Irene en su cuello. Ese animal enjaulado no iba a rendirse nunca.
Mejor.
— Creía que dejarías que alguien más se hiciera cargo de tu trabajo. Me sentía decepcionado. — A pesar de sus heridas, Ren Jun aún así se las arregló para hablarle con altanería y sonreírle. —
— No eres tan importante en mi vida como para venir a verte cada noche o semana. No lo vales. — Respondió sonriendo, buscando enojar al cazador. —
Jamás iba a admitir frente a Ren Jun todo lo que rompió en él. No iba a darle el gusto de poder regodearse en ello. Puede que su rostro aún le erizara la piel e hiciera que su corazón se acelerara por el miedo, pero no iba a dejar que lo notara. Nunca.
Arrastró la vieja silla tan cerca de él como pudo, sin ponerse en riesgo de que fuera capaz de llegar a tocarle. Tomó asiento, acomodándose mientras le miraba. Era un sentimiento extraño el cual le producía. Asco, miedo, terror y odio se mezclaban en su pecho y le hacían difícil hilar sus pensamientos. Constantemente tenía que estar alejando los recuerdos de aquella noche de su cabeza cuando se encontraba frente a él. Era una tarea casi titánica.
— Durante estos días estuve pensando y entendí que no vinieras. — Una sonrisa sádica apareció en los labios del cazador. — Oré por un cumpleaños feliz para Sooyoung. Seguro que si ella pudiera pedir un deseo habría pedido tener un hijo menos idiota. — Jaemin cerró sus ojos tratando de no dejarse llevar por sus palabras.— Hubiera puesto flores en su tumba y decirle lo mucho que me compadezco de que te haya dado a luz. Aún debe estar furiosa de todo lo que tú y tu estúpido novio causaron. — Una extraña risa brotó de la boca de Renjun antes de que lamiera sus labios para sonreír. — Seguro tenía una voz preciosa para cantar, porque hasta sus gritos eran magníficos.
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Bloody Tears
Fanfiction¿Qué era lo que hacía que la vida tuviera sentido o valiera la pena? Jaemin no lo sabía. Si alguna vez creyó saberlo, en su actualidad de sentía tan iluso. Nada tenía verdadero sentido. Sólo sabía de su dolor y odio. Lo único en lo cual podía conce...