Capítulo 37

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Debía de haber roto al menos una docena de leyes de tránsito al conducir como un maníaco mientras hablaba por teléfono. Taeyong le había confirmado que Jaemin no había estado en la casa. Y ahora entendía esa tontería de pedirle que fuera en su lugar. Sólo había querido tenerlo fuera para que no se diera cuenta de que estaba yendo a otro sitio.

Maldición…

Supo que había un desastre sucediendo cuando un gran tumulto de personas estaba fuera del Consejo hablando de forma alterada. Se bajó rápidamente, cerrando con fuerza la puerta del auto detrás de él. No le hacía falta preguntar para saber que nadie en verdad tenía el conocimiento sobre lo que había sucedido.

Todos estaban desconcertados. Por lo que podía oír, nadie tenía permitido entrar más que un grupo selecto de personas. Guardias custodiaban la entrada y parecían más que dispuestos a dispararle a quien fuera que se acercara demasiado.

— Hay más público de lo que esperaba. — Escuchó la voz de su hermano llegando a su lado.—

Se giró de forma rápida para tomarlo por el cuello de su camisa roja. Podía oler el tabaco, alcohol y perfume barato de algún extraño en su ropa.

— ¿Qué mierda hiciste con él? — Gruñó. Sus colmillos reluciendo con la luz.—

— Nada que él no permitiera. — Taemin respondió con burla mientras levantaba sus manos como si fuera inocente, usando un doble sentido solo para fastidiarle aún más.—

Jeno apretó su mano libre en un puño con fuerza. Los deseos de borrarle la sonrisa a golpes creciendo en su interior. Y lo hubiera hecho de no haber tenido la mirada de al menos treinta personas sobre él. No quería empeorar las cosas, seguro que ya debía de ser lo suficientemente malo.

No tuvo mucha más opción que soltarlo y Taemin sonrió aún más grande. Acomodó su camisa y subió las mangas hasta sus codos. Luego sacó su teléfono, leyendo los mensajes antes de finalmente voltear a verlo.

— Supongo que Yuta no supo manejarlo, debía de esperarlo. Se encariñó con ese chico. — Volvió a burlarse mientras metía las manos dentro de los bolsillos de su pantalón tipo sastre. — Pero me ahorra un poco de trabajo al no tener que explicarlo. Voy a entrar. Puedes venir si quieres Príncipe Felipe, pero mantén tu boca cerrada o le pondrás las cosas más difíciles a Aurora.

Cerró sus ojos con fuerza a la vez que apretaba sus puños. Todo su cuerpo estaba vibrando con la necesidad de querer golpearlo hasta saciarse. Pero no podía. En primera instancia no quería hacer una escena frente a tantas personas, no podía permitírselo. En segundo lugar, dudaba de poder tener una respuesta rápida de no hacer lo que el mayor le decía.

Odiaba saber que Taemin era una maldita rata que tenía todo perfectamente planeado.

Al abrir sus ojos, vio la sonrisa en los labios de su hermano. Era una de completa victoria y se sintió como un idiota. Taemin posó su mano sobre su hombro, empujándole a caminar entre todas esas personas. Algunos miraban en su dirección con curiosidad, seguramente anticipando que su presencia sólo era un indicador peor de lo que podría haber sucedido.

Fueron detenidos en las puertas por los guardias, quienes ya parecían más que frustrados de su trabajo pero nerviosos de ver a Taemin allí. Bastaron solo unas pocas palabras de este para que uno de los hombres corriera dentro en busca de alguien.

Bloody TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora