40. Perdóname

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Me muevo, con pereza y siento la presión en mi vientre hasta mis piernas me duelen. Recuerdo lo que pasó y no puedo evitar sentirme avergonzada. Si no fuera por el vino, si yo lo deseaba con locura, lo extrañe y ahora James está aquí a mi lado. Me volteo y lo veo con la mira fija en el colchón, miro.

Son manchas de lo que pasó.

— Olivia ¿eras...virgen? — dice y yo no puedo mentir cuando ahí está la prueba que jamás he estado con un hombre.

Me quedé en silencio y él de repente me miró, su rostro me sorprendio, era confunso ¿Decepción? ¿Tristeza? ¿Qué tienen James?

De repente me abraza con fuerza.

— ¡Perdóname Olivia! — dice y yo no sé qué decirle.

James me abraza con tanta fuerza que creo que me dejara sin aire.

— Perdóname, perdóname — repetía sin control.

De repente se abraza a mi cintura y siento que James estuviera llorando.

— Perdóname Oliva...— entre sollozos. llora y no se porque estaba así.

Deje que llorara mientras acariciaba su cabello que estaba despeinado pero seguía suave.

Veo como se levanta y camina como si no sabe qué hacer.

— Hoy tengo...tengo... mucho...trabajo — dice y se aleja.

Lo veo perderse en su vestier y salir con el cabello húmedo, con un traje y corbata gris con camisa negra. Se veía tan bien. Tan sexy.

— Envíame las facturas de las compras de los muebles de la casa — dice antes de irse. Sin mirarme — me corresponde a mi pagar todo lo que quieras gastar en ella para amueblarla. Espero que en una semana esté todo listo.

Dijo eso y no lo ví más esa semana. Volvió a perderse de mi lado y yo me sentí muy mal, porque me quedé preocupada y por más que quise hablarle, James solo enviaba a su asistente.

Así que me dediqué a amueblar la casa y buscar el personal que trabajaría ahí. Quise que Julia fuera conmigo, ella es como mi familia, pero aunque la mansión Bennnett era mía, papá en su testamento dejó claro que sí Lauren quería seguir habitandola que respetarán su decisión. Que ironía, ahora que soy dueña yo de la casa y podría humillarla y hacer todo lo que hizo botarme hace años de mi propia casa, no lo hice. Soy mejor que ella. Además, "mi casa" era algo que añoraba habitar, sin importar lo que ahora sintiera James, ese sería nuestro hogar.

Y mientras miraba unos muebles para el estudio de James lo llamo y no responde, como ha pasado los últimos días. Estoy cansada de que me rechacen así.

— Hola Vitorio — le digo a su asistente ya que no me responde, hace que Vitorio me devuelva las llamadas.

— Señora Bennett, el señor está muy ocupado en una junta importante — excusas que he escuchado esta semana, una reunión con empresarios, una junta de la fábrica, una reunión con empleados, creo que las ha usado todas.

— Entiendo, pero solo quería mostrarle algunos muebles para el su estudio de la casa, me gustaría que me diera su opinión, al final es para él.— le digo

— Ok señora, envíeme las imágenes y yo se las muestro a él señor en el tiempo que tenga libre — me responde y me quedo en silencio — necesita otra cosa señora Bennnett?

— Si ...— lo extraño — no, nada más, gracias Vitorio.

— Que tenga buenas tardes — me tranca y miro la oficina ahora vacía que ocupaba James.

La Pequeña HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora