31. No te mueras

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Cuando tenía 10 años y visitaba a mi tio Henrry recuerdo ver a Olivia en el jardín, estaba ella como de 5 años. Odiaba esas estupidas trenzas que siempre tenia en su cabello y esas manchas en su cara la hacian ver como si tuviera una enfermedad.

Mis padres siempre me llevaban a ir donde los Bennett, aun la mamá de Olivia vivía.

Yo estaba solo esa vez, porque mis primos estaban en una viaje con sus papás, asi que me fastidiaba tener que verla merodiar a mi alrededor. Esa tarde recuerdo bien que fue la primera vez que delante de ella sufrí una reacción alérgica que me cerraron las vías respiratorias. Le quite a Olivia un caramelo y este estaba hecho de almendras, ella no lo sabía era muy pequeña, pero yo cuando sentí el sabor lo escupí. pero ya mi organismo había ingerido suficiente para que me quedara sin respiración. Esa vez no fue tanto y me pudieron reanimar con un poco de Epinefrina.

Pero esta vez que por un estupido descuido mio, que me deje llevar por el momento, porque me sentía bien con ella a mi lado, porque el almuerzo con los Benucci fue tan bien, jamás como postres, siempre pregunto lo que contiene la comida, me cuido tan bien de no volver a tener que terminar en un centro médico o aun peor, en el cementerio. Comi un poco de lo que ella comía y me quedé sin aire.

Cuando desperté tenia un fuerte dolor en la garganta y en la cabeza. Estaba entubado y en terapia intensiva, cuando la enfermera llegó estaba que me ahogaba.

Pasé dos estúpidas semanas internado haciéndome muchos estudios. Luego pase otra semana más en casa y aunque me prohíben trabajar, amaba esa atención que tenía Olivia a mi, mientras estuve en casa. Aunque ella si trabajaba se qué llamaba a mi madre para saber cómo estaba. Me dejó dormir a su lado y me gustaba aunque se que ella se incomodaba con mi cercanía.

— James hace calor, será que puedes...— la miro y sonrió

— Puede quitarte la ropa, si tienes tanto calor

Me mira sorprendida y río.

— Tampoco que te tapas mucho — se voltea y se cubre con la manta que no es la misma con la que me cubro yo.

Cuando volví a trabajar, aunque en ocasiones me mareaba, preferí tener la mente ocupada y no solo esperar que llegara Olivia para verla. Aquí la tenía para mí. A cada 5 minutos entraba a mi oficina.

— ¿Te molesta la cabeza? — me mira y no aguanto la risa porque es la cuarta vez que me pregunta

— Estoy bien Olivia — la miro y sale de la oficina.

La miro sentarse. Luego se levanta y va hasta su mesa de dibujo. Desde qué se le dió la oportunidad de diseñar una línea de calzado le mandé a poner una mesa para que diseñara. Y unas de las chicas del taller subían y la ayudaban. Eso la pone feliz y a mi.

Esa noche tuvimos una cena dónde Tío Henrry, ni Olivia, ni yo teníamos mucho entusiasmo pero teníamos que ir. Esa noche Olivia llevaba un vestido cruzado color vino, su maquillaje y sus labios con ese color me provocó besarla.

Suspiro mientras estaba a su lado en la parte de atrás del auto.

— ¿Estás bien James? — pregunta mi tío mientras comemos

— Si tío, gracias por preguntar — respondo y siento la incomodidad de la cena

— Olivia te está cuidando, supongo — dice y la mira.

Yo la tomo de la mano y ella me mira sorprendida. Le beso los nudillos mientras sonrío

— Me cuida muy bien tío, estoy feliz — ella sonríe y se safa de mi agarre. Yo sonrió.

La Pequeña HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora