36. Nuestra Casa

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James no vino a dormir, luego de su actitud en la lectura del testamento.

Suspiro.

Yo no quiero pensarlo mucho, sin embargo, por el comportamiento de James él sí le afectó todo lo que dijo mi padre. Lo entiendo, es difícil para mí que mi padre me haya casado con alguien que no quiero, que a el que lo engañaran para que se case con alguien que no quiere y para colmo no le dan lo que espera por hacerlo, es triste.

— Señora Olivia, el señor me dice que él estará en la fábrica y que tiene un almuerzo luego, que no se preocupe — me dice Vitorio y lo miro, ya van dos días que no lo veo. El solo me manda recados con su asistente.

— Está bien, ¿algo más? — le digo y miro mi mesa de diseño.

— Si, le envío esto — me da unas llaves — son la llaves de su casa.

Las miro antes de tomarlas. Esas llaves deberían representar un comienzo con James, pero...creo que él no tiene muchas ganas de eso.

Cuando llegó al terreno de los Harrison le pido al chofer que me lleve a la casa vieja, por alguna razón no quería estar sola, necesitaba estar con alguien.

Salgo y voy por el camino de piedras, ya no llueve como la última vez que estuve ahí con James. Cuando toco la puerta no es Claudia que me abre, es Recce, se sorprende al verme e imagino que no me esperaba, por la manera en que estaba vestido, tenía un short y sin camisa, sudaba, parecía que estaba haciendo ejercicio, porque sus músculos se marcaban muy bien.

— ¿Olivia? — dice y sonrío — ¿qué haces aquí? — sale y mira hacia el auto — y ¿James? ¿no viene contigo?

Yo no esperé que me invitara, solo entre y mire la chimenea, recuerdo cuando James trato de besarme esa noche de lluvia.

Suspiro.

— ¿Te molesta que venga? — le digo cuando vuelvo y él aún está sorprendido o no cree que sea yo.

— No, no...no...no — rió al ver como habla, parece nervioso o confundido.

— Ok, ¿no me invitas a tomar algo? — Recce aun esta como inmovil y de repente reacciona.

— ¿Qué deseas? yo... bueno primero me cambiare... ¿te molesta esperar? lo siento, no pensé que tu... aquí, ya regreso — sale por el pasillo de la cocina y luego regresa. La actitud de Recce me da risa.

— Oye, tranquilo — me siento y cruzó las piernas.

— ¿Quieres tomar algo? — dice y me mira, mis piernas cruzadas distrae su mirada y lo noto, llevó hoy un vestido verde limón con falda de pliegues, al sentarme se sube, trate de bajarlo y él noto mi incomodidad.

— ¿Vino? — le pregunto y me mira sonríe

— Si, tengo uno que te gustará — va hacia la cocina y regresa con una botella, trae una copa y la abre delante de mí, el corcho suena y yo rio. — es vino espumante, muy rico — dice y me sirve una copa, la llevo a mi boca y las burbujas me hacen cosquillas y río.

Su sabor es como tomar champaña pero un poco más seco, el me mira con la botella en la mano y sonríe, yo noto que aun Recce está sin camisa frente a mí, veo su pecho y siento que el color cubren mi cara.

— Lo siento Olivia, estaba ejercitandome, no pensé que alguien vendría — pone la botella dentro de una hielera en el bar y me mira — ya regreso, no te la tomes toda — sonríe.

Cuando se va noto que en uno de los sofá esta la guitarra, vuelvo a recordar cuando estuve ahí con James y lo escuche cantar, la agarro y noto que tienen su nombre escrito, supongo que es de él, y vienen ahí a tocarla cuando se siente agobiado.

La Pequeña HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora