46. Open House

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No, no deseaba tener un niño con James, nunca me he visto como una mujer de familia, que cuide a niños y cuide de su esposo por eso todo lo de la casa me tiene angustiada y muy nerviosa. Solo tengo 21 años y todo lo que quería era ser una gran diseñadora y que me conocieran por eso.

Pero desde que me convertí en la heredera Bennett, nada de lo que había deseado durante mi corta vida me pasaría.

Triste, así me siento.

Ada me ha dado esos momentos de alegría y locura en los que siempre pensé vivir, lejos de los lujos y de este mundo tan estricto que es la élite.

Reconozco que James si respira todo este mundo, él sabe que decir, cómo comportarse y con quién relacionarse. Lo de Susanna Lennux, en parte lo hizo para no hacerle un desplante a esa zorra platinada, sabe muy bien lo importante que es su apellido, sabe que con ellos habrán muchos negocios, sabe también que cometió un gran error en ir solo a ese lugar. Por esa misma razón, me pidió hacer una cena en nuestra nueva casa, con personas importantes e incluyendo nuestra familia, sin dejar de invitar a la rubia. ¿Que si lo hice? Yo misma fui hasta una de sus oficinas a invitarla. Y ¿cómo fue? a ver, Ella no es la única con ovarios aquí. O ¿se olvidan de que soy Olivia Bennnett?.

— La señorita Lennox, ya la atiende — me dijo otra rubia en la recepción de la famosa oficina de la idiota Lennox.

Creo que aquí regalan el decolorante del cabello, porque no puedo creer que todas sean exageradamente rubias. Lo sé, perdón, pero no soporto estar aquí. Lo hago porque no quiero tenerla de enemiga, aunque sé que esto no cambiará lo que ella desea con James, no es precisamente negocios.

— Pasa Olivia — dice Sussana cuando ella misma sale de su oficina a recibirme.

Me levanté del sofá blanco que está en la recepción y caminé hasta ella. Lo que más odio de ese lugar es que todo es elegante así como Sussana, no lo puedo negar ella tiene un estilo único, y se lo que podría tener a cualquier hombre si se lo propone, pero no tendrá a James.

— Disculpa si te hice esperar — me dice con tan amabilidad que casi me vomito ahí mismo.

— Tranquila, supongo que así es tu vida, siempre ocupada — sonrío mientra entro en una oficina donde parece un altar al egocentrismo de Susanna.

Creo que no entra ni una foto más dónde muestra a Sussana sonriendo con todos tipo de personalidades y mostrando sus diseños, los productos que tiene su imagen y pare de contar.

— Bueno, a veces me hago mis escapes — dice y ríe.

Sí ya sé, que tipo de escapes te gustaría, a la cama de mi esposo, perra.

Sonrío.

— Bueno no te haré perder tiempo... — digo y me interrumpe.

— Olivia, estoy feliz de que vengas a mi oficina — ¿no será hipócrita ella?

— Si, yo también lo estoy — sonrío tanto que me duele la boca.

— Sobre la última vez — dice y siento que se me revuelve el estómago — si hubo un malentendido, sé qué presione a James, pero no para lo que tú crees.

Ahora yo me la quedó mirando con cara de: Ajá, ¿que vas a inventar, idiota?

— Se que ahora James es el que maneja la fábrica de telas y también se que hacen materia de primera y exclusiva. Solo quería un trato.

Y yo estoy que le creo.

— James la maneja si, pero es mía — se queda un segundo en silencio con una sonrisa de maniquí.

La Pequeña HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora