22. ¡No me toques!

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Mi padre se lució con el discurso de anuncio de mi boda con James. Quien iba a pensar que luego de planificar tan bien un matrimonio arreglado, de darme a un hombre para que no le estorbe más en su vida, hoy hablaba como un padre arrepentido. ¿Quién lo diría?.

James me lleva a la casa, lo vi tomar y mirarme como si me quisiera comer, pero no lo dejaré, él también es parte de todo esto, tener o no tener un beneficio por el matrimonio, no lo sé, es evidente que me hizo pensar que me quería y que su interés en mí era real, ahora lo estoy dudando.

Se estaciona y no dejo que se baje, salgo de la camioneta y escucho que se viene atras de mi.

— ¡Olivia! — me llama y no le hago caso. — Olivia — pero James es más alto que yo y no usaba tacones, me alcanzó.

— ¡Déjame! — le digo cuando me agarra en medio de la escaleras de la entrada.

— Hablemos Olivia, ¡por favor! — me pide, mientra me agarra por la cintura y pegó su boca de mi cuello — no me hagas esto hoy — dice y me toma por la cabeza y trata de besarme.

— No James, ¡suéltame! — le digo y lo empujó.

Él tiene más fuerza que yo, no me suelta.

— ¡Déjame! ¿me vas a forzar? ¿eso harás? — le digo y se queda inmovil, me suelta y me mira.

— No, no voy a forzarte, — dice — pero quiere tenerte Olivia, en verdad te deseo mucho — lo último me lo dice cerca de la boca.

Hoy James huele tan bien, mejor que el resto de los dias, rasuro su brarba, su cabello corto y ese esmoking negro se le veia tan bien. Odio lo bien que se ve, odio, que lo odio y me gusta.

— No me rechaces esta noche, hablemos — lo miro y la agarro de la mano, bajo las escaleras y rodeó la casa por la parte donde esta la terraza y la piscina, el no me dice nada solo me sigue. El camino estaba húmedo por la lluvia de ese día, caminamos hasta las escaleras de piedra.

Me agarró la falda del vestido y subimos las escaleras que llegan a la terraza, al llegar el agua de la piscina se ve transparente, las única luz que allí había era las que venían de la piscina.

Me vuelvo a verlo y lo suelto.

— Habla — le digo mientras cruzo mis brazos en mi pecho, en mi mano mi bolso plateado guinda.

— Pequeña — dice y se me acerca, me toma de la cintura y pegó su frente de la mía — me has vuelto loco toda la noche con ese vestido, desde que te lo vi no sales de mi mente.

— Por favor James — le digo y trato de separarme, me está gustando mucho. Yo tampoco puedo dejar de pensar en él, desde que nos besamos.

— Pequeña, no lo niegues — sus manos acarician mi espalda, mi piel desnuda se eriza — tu también lo quieres, tiemblas cuando te toco.

— No, James — le digo, no puedo dejarlo, no.

— Si, Olivia — me dice y su boca roza mi cuello — los dos queremos.— besa mi rostro y llega a mi boca, suspiro cuando siento como muerde el labio inferior.

— James... — Dejó que su lengua entre en mi boca, la mueve con esa manera de alterar los sentidos.

— Ay pequeña, te deseo tanto — mientras le pone intensidad a su beso, sus manos bajan a mi trasero y lo aprieta pegandome de él, rozándome con su ereccion.

Me agarro de la solapa de su traje mientras él me arrastra hacia las tumbonas de la piscina. Me recuesta en una y sin dejar de besarme, se quita la chaqueta de su smoking. Yo acaricio su pecho y sus hombros.

La Pequeña HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora