Capítulo 12: El incidente

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KHAI OLIVETTI

Aparco el auto frente al edificio de tres niveles, que tiene una pancarta de tela con el nombre "Academia de Modelaje Catwalk studio. Mi hermana me despide con un beso antes de bajar del coche. Hanna, que venía en el asiento trasero para acompañarla, la sigue.

—Llamame cuando

Saco las bolsas y las dejo sobre el asfalto, me aseguro de que no se quede nada antes de bloquear el auto. Luego, cargo la bolsa con los materiales de la maqueta en una mano y el combo de hamburguesas y soda en la otra.

Subo los tres escaloncitos de la casa de Rose y toco el timbre hasta que ella abre. Aparece bajo el dintel con un top rosa, unos shorts rotos y sus crespos desordenados.

—¿Trajiste todo lo que acordamos? —pregunta, mirándome con curiosidad y esceptisimo.

—Primero que nada, buenas tardes Rose Rivers. Y sí, traje todo lo que me pediste.

—Buenas tardes. —Se hace a un lado para dejarme pasar.

La casa huele a vainilla, azúcar, su perfume dulzón, a su espacio. Me encamino directo a la sala y dejo los materiales sobre la barra. Ella se acerca y desata el nudo de la bolsa más grande para verificar que no falte nada.

—Traje todo. Los alambres, las bolitas de Unicel, pintura, brochas... hamburguesas y patatas.

—¿Hamburguesas? ¿Patatas? —su tono refleja sorpresa y un toque de indiferencia.

No sé si le disguste que me haya tomado tal atrevimiento, pero prefiero tomármelo con humor.

—No sé tú, pero a mí me da mucha hambre cuando estudio.

—Oh por Dios —Hace una mueca y aprieta los labios. Pese a su esfuerzo por permanecer seria, sus ojos brillan con diversión—. Cuanto más rápido terminemos, será mejor. 

Rose mete las latas de gaseosa a enfriar en la nevera. Después, sube a su habitación por su computadora portátil y me muestra el esquema de la maqueta en la pantalla. Me inclino un poco hacia adelante para examinarlo. Ella está de pie a mi lado derecho mientras yo permanezco erguido, frente a la mesa. El calor de su proximidad es palpable.

—Aquí está el diseño —Señala el esquema con un dedo—. Vamos a seguir estos pasos.

—Creo que podríamos elaborar uno todavía más grande.

—No veo por qué complicarlo más de lo necesario; con algo más sencillo también podemos hacerlo bien.

—Bueno, quizás tengas razón —digo, levantando las manos en un gesto de rendición—. Pero un poco más grande nunca viene mal, ¿no?

Se cruza de brazos.

—Hagámoslo entonces. —responde una actitud retadora. 

Me sorprende lo fácil que accede. Casi parece disfrutar de nuestro pequeño tira y afloja.

—Manos a la acción —bromeo como un militar que recibe una orden.

Ella levanta una ceja, pero no puede evitar sonreír ante mi exagerada imitación. Con una ligera risa, desempacamos las herramientas y las organizamos sobre la mesa.

—Empecemos con la estructura básica —dice.

—Yo puedo encargarme de ensamblar los núcleos de los átomos. Tú podrías ayudar a cortar los alambres y preparar las bolitas de unicel.

—De acuerdo —asiente—. Y cuando terminemos con eso, me encargaré de la pintura y los detalles.

—Este alambre no se está cortando bien —dice, frunciendo el ceño—. ¿Podrías hacer este ajuste?

Azares del destino [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora