|| Estas manos nunca se soltarán

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ROSE RIVERS

¡¡¡¡Lo logró!!!!

Salto, aplaudo y silbo con fuerza. Estoy orgullosa de él, que dio lo mejor de sí a pesar de no estar en su mejor momento.

—¡Sabía que mi amigo lo lograría! —Hanna me abraza, chillamos y celebramos como si fuera un logro propio de nosotras.

Tan pronto como termina el evento, salimos del salón de actos. Afuera, el aire fresco y agradable nos recibe. Busco a Khai con la mirada, pero en su lugar encuentro con Adnan, quien acaba de salir.

Me acerco a él y me detengo a unos metros.

—¿Has visto a Khai? —le pregunto.

—Se acaba de ir con su madre, ella pasó por él y Sun.

Mis facciones caen de golpe, no me lo esperaba. ¿Será que no quiere verme? Sacudo la cabeza para deshacerme de esos pensamientos negativos. No, simplemente necesita espacio.

—Mira, no te sientas mal por esto ni te enojes con él. Te aseguro que no es personal.

Entiendo que la actitud distante de los últimos días ha creado una brecha entre nosotros. Esto no se debe a falta de amor, sino a los diferentes procesos que estamos atravesando. Yo estoy feliz por el apresamiento de su abuelo; él está destrozado. Es como mezclar el agua con el aceite.

—No pasa nada. —Mis ojos vidriosos no ayudan a sostener la mentira.

Regresamos al interior de la institución y caminamos por un largo corredor hacia los casilleros. Las paredes están decoradas con carteles y fotos de alumnos destacados.

—En cuanto nos despachen, iré a su casa. —dice mientras rebusca en su casillero. Un cuaderno se le cae de las manos y varias hojas caen al suelo de mármol. Sin pensarlo dos veces, me agacho para ayudarlo a recogerlas.

—Te ayudo.

—No te molestes, yo me encargo. —interviene apresurado, aunque mis manos ya se han lanzado hacia las hojas.

Mis dedos se detienen en un boceto que destaca entre las demás páginas. Mi corazón parece detenerse por un instante al ver el reconocido boceto. Levanto la mirada hacia Adnan como si tratara de descifrar un enigma. 

—¿Son los bocetos de Hanna? —Mis cejas se fruncen sin apartar la atención del papel.

Él palidece al instante, se pasa una mano por el pelo y niega en silencio con un resoplido.

—¿Dónde los encontraste?

—Los encontré en el suelo. El conserje sacaba la basura y algunos papeles se cayeron.

Sus contestación y acciones nerviosas no encajan, y la intriga crece dentro de mí como una tormenta imparable.

—Supongo que la curiosidad te llevó a recogerlos del suelo y no echarlos al depósito, ¿verdad? —mi voz suena un poco sarcástica.

—Está bien, ya me pillaste. En realidad los recogí del mismo zafacón que ella los arrojó, también escuché su conversación en el curso —Se da la vuelta hacia su casillero, un poco avergonzado—. Lo siento por haber invadido su privacidad.

Parpadeo varias veces.

—Pero no le digas nada. —añade.

—Por supuesto que no lo haré. Ella está centrada en sí misma y ha logrado aclarar su mente lo suficiente como para contárselo. —digo un poco tosca. Culpo a mi lado protector.

—Justo por eso prefiero que no se entere, para que no piense que estoy intentando presionarla. —Dobla las páginas dentro de un cuaderno, abre el casillero y lo guarda en su interior—. ¿Entonces, guardas el secreto?

Azares del destino [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora