|Caminamos entre senderos|

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ROSE RIVERS

—Señorita Rivers, bienvenida al Centro Cultural Universitario De Investigación Forense y Jurídica.

«Bienvenida al Centro Cultural Universitario De Investigación Forense y Jurídica.»

La frase golpea mi realidad como una sacudida eléctrica. Una sonrisa se abre paso en mi rostro mientras aplaudo en silencio. Me muerdo el labio para contener un grito de júbilo. Mi respiración se acelera, y me levanto de la silla de un salto.

La joven directora hace un ademán, indicándome que tome asiento en el sillón frente a ella. Sin embargo, mi alegría es tan grande que no puedo obligarme a sentarme.

«He sido aceptada en una de las escuelas de abogados más prestigiosas de la ciudad».

—Gracias, directora Yilmaz.

—De nada... —replica, mirándome como si estuviera demente.

Eso no me importa, por lo que me reacomodo en la silla, lista para escuchar los pormenores académicos. Pese a su tono monótono, mantengo mi postura erguida y atenta. Nada puede desanimarme hoy.

—Cortesía de la universidad. —Me alarga un folleto, agenda, bolígrafo y horario impreso.

Le agradezco con una leve inclinación de cabeza. El orgullo es perceptible en el chispeante peso que se instala en mi pecho, pues recuerdo cuando mamá me acompañó a inscribirme en la secundaria y respondió hasta el más mínimo detalle sobre mí. Ese día ahora parece tan lejano en comparación con el que acabo de vivir. Esta vez, hice todo sola desde visitar varias universidades, seleccionar la adecuada y completar los formularios.

«Cada decisión y acción ha sido mía; soy independiente y dueña de mi destino».

Salgo de la oficina y cruzo la puerta que conduce al exterior; en concreto, hacia el extenso campus universitario. Dos pabellones se erigen uno frente al otro. La cafetería, la recepción, la caja y otros edificios están distribuidos, cada uno en su ubicación específica.

El sol veraniego me pega directo, así que me pongo unos espejuelos y camino entre un mar de caras desconocidas.

Miro mi reloj: son las nueve y cuarto. Aprovecho el tiempo para tomar un café espumoso en la cafetería y leer la hoja con los reglamentos, ya que tengo pensado visitar a Jacob y aún es temprano para el horario de visitas.

Media hora después, llego al centro de rehabilitación. Una enfermera me guía hacia un área verde y llana con bancos de metal esparcidos en diferentes puntos. Un suave aroma a lavanda, proveniente de las florecillas violetas que cubren los muros altos, impregnan cada parte del lugar. Rodeo una fuente  de agua con unas pequeñas estatuas esculpidas en piedra y luego corro como una niña pequeña hacia Jacob, que está sentado en el borde de esta, leyendo un libro.

—¡Jacob!

Alza su mirada y una sonrisa auténtica aflora en su cara. Su semblante parece más sereno, el cuerpo más robusto y hasta tengo la ligera sensación de que su piel está más limpia. Un brillo renovado ilumina sus ojos y sus iris se ven más claros.

—No esperaba tu visita.

—Solo vengo a traerte esto —le paso varios libros, ya que descubrí en mi visita anterior que ha adoptado este hábito en sus meses de hospitalización.

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⏰ Última actualización: Jul 24 ⏰

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Azares del destino [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora