Siento la tensión subir a pesar de que has tratado de ocultarlo. Este fuego arde bajo, dime cómo te sientes, ¿podrías?
Mic Lowry, Tell me now.
KHAI OLIVETTI
—Me gustas —susurro.
Estamos tan cerca que nuestras narices se rozan y respiramos el aliento del otro. Sus ojos bajan a mis labios y se entreabren con un suspiro. Libero sus muñecas, acuno su rostro con mi mano y luego paso mi dedo pulgar por su labio inferior. Rose cierra sus ojos ante el contacto y entonces estampo mi boca contra la suya, reclamándola como mía.
Exploro el contorno y la textura de sus labios, succionándolos, lamiéndolos y mordisqueándolos ávidos. Ella sigue el ritmo, y juntos marcamos un juego sensual. Apenas me doy cuenta de que sus manos se han posado sobre mis hombros, como si necesitara apoyo para no derrumbarse.
La adrenalina aumenta al extremo. Sin embargo, me controlo y me aseguro de no traspasar la línea.
—También me gustas mucho, Khai —confiesa, su respiración aún agitada—, pero no sé si esto es lo correcto.
—No pienses tanto —Enrosco mis manos en su cintura—. Solo déjate llevar.
—Esto no puede ser —murmura, como si intentara convencerse a sí misma más que a mí.
Después, como si un hechizo se desvaneciera, se aparta. Tiene los labios hinchados y el labial se ha difuminado alrededor de su boca. Echa su pelo hacia atrás, exhala y mira a todas partes.
—¿Te has dado cuenta de que hay algo entre nosotros? —cuestiono, aún con la respiración agitada.
—Khai, yo… no sé qué pensar —responde con la voz temblorosa.
—Pero lo sentiste. No puedes negar lo que pasó, lo que sentimos.
—Es absurdo.
—¿Tienes miedo, verdad?
—¿De qué? —pregunta a la defensiva.
—De confiar en mí.
Me acerco a ella y limpio una lágrima a punto de caer en la esquina de sus párpados con mi pulgar.
—No puedo culparte. Sé que aparecí en tu vida de forma inesperada. Rose, tengo mis cosas buenas y malas, como cualquiera. Déjame demostrarte que no soy la persona que pensaste al principio. No tengo prisa, podemos llevar esto al ritmo que quieras.
—Cualquiera puede decir lo mismo que tú —responde con un atisbo de frialdad en la mirada.
—No se trata solo de palabras; también lo demostraré con hechos.
Su mirada se ablanda, pero el ruido de la puerta hace que se aparte y se rompa el hilo de nuestra conexión.
Maldigo en mis adentros.
—Te he buscado por todas partes, Khai —Roman está parado bajo el dintel de la puerta, con los brazos cruzados y las cejas casi juntas—. Quedaste de llevarme al restaurante —dice con un tono arrastrado.
—Dame cinco minutos —respondo entre dientes.
—De acuerdo. —Su sonrisa es casi mecánica—. Te espero abajo. —Desaparece de mi vista.
Me da la ligera impresión de que está molesto, pero no profundizo en ello porque estoy concentrado en Rose, que sale apresurada de la biblioteca. Pierdo de vista su silueta y me siento en la mesa, recostándome hacia atrás.
Miro del ventilador al suelo, donde veo su bolso tirado. Lo recojo y salgo tras ella para entregárselo. La brisa nocturna me golpea de inmediato. El campus es un completo caos y tengo que abrirme paso entre la multitud, pero no me toma mucho tiempo divisarla sentada en un banco metálico cerca del portón, perdida en sus pensamientos.
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Azares del destino [Editando]
Roman pour AdolescentsSon destinos que quizá no debieron estar destinados, caminos que al final del pavimento nunca debieron compartir la misma ruta, pero también son piezas que encajan más que un puzzle. PRIMER BORRADOR OBRA REGISTRADA EN SAFE CREATIVE.