ROSE RIVERS—Buenas noches señora Olivetti.
—¿Señora? —la mujer deja escapar un toque de humor en su indignación—. Llámame Khaterina, por favor.
—De acuerdo —le brindo una sonrisa, aunque por dentro me muero de nervios—, Katherina.
Me da un beso en ambas mejillas y un abrazo que siento frío y distante, especialmente si lo comparo con los que he recibido en toda mi vida.
—Mi madre le ha enviado este postre —le paso el recipiente con la torta de chocolate.
—Dile que muchas gracias —responde, tratando de mostrar una alegría excesiva, lo que hace que su voz y gestos parezcan superficiales. Luego acaricia su barriga, que empieza a notarse bajo el vestido ajustado y voluminoso—. Se ve delicioso.
—Te lo aseguro, mamá. La señora Juls es una cocinera de primera.
—Bienvenida —Marcus Olivetti responde al fin bajo esa misma máscara fría. Me mira y por un segundo siento que me escruta los ojos.
Froto mis brazos; algo en la atmósfera me eriza la piel, y no de buena manera. Hanna diría que son las malas vibras.
—Ros, mi padre está hablando contigo —dice Khai en un tono calmoso.
—¿Qué...? —pregunto distraída, mientras miro las bombillas navideñas en el árbol y las que están enredadas en las plantas de la terraza. Parece que se pasaron con las luces; podrían iluminar a media ciudad.
—Sé que tú cumpleaños fue hace unos días, pero nunca es tarde —Me tiende un libro cuya portada es una balanza de la justicia—. Felicitaciones.
—Muchas gracias —Sostengo el libro con una amplia sonrisa—. Es un detalle muy amable. —Hojeo las hojas con fascinación y luego leo el título en voz alta—. Vigilar y castigar. Es bastante interesante.
—No me digas que lo has leído.
—No, pero he escuchado sobre él. Es una crítica al sistema penal y una reflexión sobre cómo las sociedades modernas ejercen el control y la disciplina, mostrando cómo estas prácticas influyen en la conducta y el comportamiento de los individuos.
—Vamos al comedor —dice el padre de Khai, guiándonos mientras la conversación sobre derecho continúa.
Nos dirigimos al comedor, donde la conversación entre el padre de Khai y yo sigue fluyendo. Él explica con detalle algunos aspectos del derecho penal mientras nos acomodamos en la mesa.
—Es fascinante cómo los sistemas de castigo han evolucionado con el tiempo —digo, mientras me siento.
—Sí, exactamente. Y la forma en que el panóptico ejemplifica el cambio en la vigilancia es particularmente interesante —responde el padre de Khai, tomando asiento.
Khai entra en el comedor y, tras escuchar parte de la conversación, interviene:
—Creo que me está dando sueño todo este tema del derecho penal —dice Khai, estirándose un poco.
En ese momento, por primera vez noto que el padre de Khai sonríe de manera sincera, un cambio notable en su expresión. Con una sonrisa bromista, le responde a Khai:
—Nadie se queja cuando te pones a ver maratones de *Grey's Anatomy* durante todo el fin de semana, así que supongo que puedo permitirme hablar de derecho penal sin causar tanto sueño.
🌪️🌪️🌪️
Las palomitas explotan y saltan dentro del microondas. Khai se acerca de inmediato y las vierte en un recipiente hondo sobre la isla de cuarzo.
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Azares del destino [Editando]
Teen FictionSon destinos que quizá no debieron estar destinados, caminos que al final del pavimento nunca debieron compartir la misma ruta, pero también son piezas que encajan más que un puzzle. PRIMER BORRADOR OBRA REGISTRADA EN SAFE CREATIVE.