Capítulo 59: Fuego sobre el fuego

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ROSE RIVERS

Papá presiona el botón de un pequeño control, y la enorme reja de acero se desliza hacia adentro con un chirrido bajo. Centro la atención en las calles que separan las modernas fachadas con extensos jardines, en las palmeras a los lados de la calle, en los imponentes edificios y en los coches estacionados en la marquesina.

El residencial está rodeado de un silencio tan profundo que se puede oír hasta el sonido de una moneda al caer de un rascacielos. Tal cual desde que nos mudamos hace una semana. La melodía del piano interpretada por mi padre y yo al caer la noche es lo único en darle vida.

-Nos vemos mañana, princesa. -Me da un abrazo fuerte y apretado.

-Quiero ir contigo -expreso contra su pecho. Tiemblo como un flan ante la idea de separarnos.

¿Cómo no preocuparme?

Es duro separarnos después de tanto tiempo y de todas las cosas que nos han pasado. Él debe viajar fuera de la ciudad para presentar el informe médico sobre los daños físicos y psicólogicos que sufrió por parte de Alessandro Olivetti y sus cómplices durante su estadía en prisión. Es una misión vital para conseguir justicia, y siento un nudo en la garganta al pensar en todo lo que tiene que afrontar.

-No te preocupes, princesa. No estaré solo, estaré bien protegido. Todo saldrá bien -Él parece resuelto y seguro de sí mismo, como si tuviera una misión que cumplir y no se detendrá hasta lograrlo.

-Pero yo quiero ir contigo -insisto, adaptándome.

Él niega con la cabeza y habla en un tono autoritario:

-Prefiero que te quedes aquí con tu madre y tu tía Jenna. Es lo mejor.

-Pero...

-Estaré bien, no me pasará nada malo. Recuerden la contraseña para activar el sistema de alarma de seguridad. Además, si notan cualquier situación sospechosa, no duden en llamar al vigilante del residencial de inmediato.

-Vete tranquilo, nosotras también estaremos de maravilla -Mamá se acerca a él con una actitud optimista-. Tengo mucha fe en que obtendremos resultados positivos.

Alisa las solapa de su traje y ajusta su azulada corbata. Su cabello está impecable, bien peinado hacia atrás, y lleva un traje elegante y fino.

-Guardé tus medicamentos en el botiquín dentro de tu maleta, y pegué una nota en la tapa con las indicaciones de cada cuántas horas debes tomarlos. Llámanos en cuanto llegues, ¿de acuerdo?

-De acuerdo, cariño. Muchas gracias por tu apoyo.

Cuando ambos se miran, es como si recordara haberlos visto así cuando era niña. Es una bendición que nuestras sesiones con la terapeuta familiar estén dando resultados y que lentamente, pero sin duda, nos estamos acercando cada vez más a ser la familia que éramos.

-Señor Rivers, el vehículo está listo para partir cuando usted lo desee -interrumpe el chófer, quien también cumple el rol de guardaespaldas. Desciende del coche y carga la maleta de papá en el maletero del vehículo, preparándose para partir.

Él alza un dedo, señalándole que le de un minuto, luego se gira hacia mamá y hacia mí.

-Las amo -Rodea sus brazos alrededor de nosotras, sosteniéndonos una contra la otra, y nuestros ojos se cierran mientras respiramos, formando un círculo de amor y protección-. Prometo regresar mañana con ustedes, sano y salvo.

Y entonces llega el momento en que se dirige al coche y, tras arrancar, toma una curva en la calle. Permanecemos frente a la rejas que se van cerrando, observando cómo el vehículo se desvanece a lo lejos.

Azares del destino [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora