Capítulo 35: Juicio

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ROSE RIVERS

El esfuerzo de Thomas Anderson y su hermano, quienes llevaban meses revisando pruebas, interrogando a varios empleados de la empresa, se verán reflejados hoy en este tribunal. Un lugar de paredes altas, grandes ventanales, banderas que ondean en los pasillos y estatuas alusivas a la justicia y libertad. 

La jueza, con su toga y birrete negro, unas gafas negras de pastas gruesas y un corte de cabello similar al de Edna Moda, está en lo alto del estrado, frente a nosotros. Los abogados defensores están sentados a ambos lados de papá. Mamá y yo estamos detrás de ellos, separadas por la oscura barra de madera que divide la sala. Los fiscales cerca del juez, los peritos en una zona reservada para los testigos  y el propietario de la empresa en una fila después que estos. 

Han sido casi dos exhaustivas horas de un contante tira y afloja. El juez marcó un receso breve, pero al volver, todo sigue igual: un duelo interminable donde cada quien defiende su punto de vista con uñas y dientes. Papá se declaró inocente con más seguridad que nunca, y su abogado defensor, no se ha dejado doblegar ni por un segundo. Con cada argumento, desarma a la fiscalía y contraataca con la calma de quién sabe que cada palabra cuenta.

Mi madre aprieta mi mano, pero yo apenas siento el contacto; mis ojos estás en el suelo. Cuento las grietas en el mármol.

«Espero que el sistema legal nos respalde en esta ocasión».

Respiro despacio. Y me centro  en el auditor forense que habla para el fiscal Pascual, quien le hace preguntas como si está seguro de haber revisado todos los documentos vinculados a este caso, cuál fue su metodología de investigación o si guarda alguna relación con el acusado.

—Buenos días a los miembros del jurado y a todos los presentes —Se aclara la garganta y se apresura a responder cada una de las incógnitas en el mismo orden—. Llevo más de veinte años trabajando como auditor forense y he participado en más de cincuenta casos relacionados con casos corporativos —replica en un tono como se sintiese ofendido de que el fiscal lo tachara de inepto—. Mi metodología de investigación se basa en aplicar métodos de rastreo de transacciones, análisis de firmas y verificación de documentos financieros. Todo esto se basa en estándares internacionales. Sí, tuve acceso a todos los documentos proporcionados por la fiscalía, y  a otros registros financieros, y comunicaciones internas. Cualquier ausencia de información crítica sería notable. En cuanto a su última pregunta —mira a mi padre y afirma—: Nunca había visto al señor Aarón Rivers en mi vida.

Se hace un silencio profundo, no se escucha ni el vuelo de una mosca.

—Auditor Ibañez, ¿Puede decirnos qué encontró en su investigación respecto a registros financieros de la empresa, y al acusado, el señor Rivers?

—En los documentos que revisé, incluidas las cuentas bancarias, correos electrónicos y registros contables, hallé discrepancias significativas en la cadena de custodia, lo cual sugiere una posible manipulación posterior a los hechos. Mi análisis también revela que las firmas atribuidas al acusado no coinciden con las muestra oficiales registradas y, por tanto, son dudosas.

—¿Puede explicar en detalle como llevó a cabo el análisis de las firmas y porque considera que estás son un indicativo de falsificación?

—Las técnicas empleadas fueron las siguientes: análisis de características de trazo y presión de la tinta. Las diferencias encontradas fueron corroboradas mediante múltiples métodos y están respaldadas por pruebas técnicas rigurosas. La evidencia sugiere que estas firmas no fueron realizadas por el señor Rivers.

—¿Por qué deberíamos confiar en su análisis cuando otros peritos han encontrado pruebas que sí incriminan al señor Rivers en el fraude?

—¡Protesto! Su pregunta sugiere que el análisis no es concreto sin proporcionar evidencia que respalde esa afirmación —replica Anderson, poniéndose de pie—. El auditor forense, un hombre experto en su campo y con una carrera intachable, ha presentado sus hallazgos basados en un examen detallado y cuidadoso. Además, el testimonio de otros peritos no ha sido presentado ni verificado en este juicio, por lo que no es relevante para la credibilidad del análisis del señor Ibañez.

Azares del destino [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora