Capítulo 58

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ROSE RIVERS

Han transcurrido una semana desde mi accidente y varios días desde que Jacob atentó contra su vida. En este lapso, ha estado inmerso en un proceso de reevaluación y reflexión acerca de las repercusiones del alcoholismo, lo que lo impulsó a buscar ayuda en un centro de rehabilitación. Tras una evaluación y una serie de trámites, finalmente fue admitido hoy.

Su determinación me ha infundido energía y estoy ansiosa por presenciar cómo se desarrollarán los acontecimientos.

Nos encontramos frente a un imponente edificio de ladrillo con un techo triangular y un letrero del centro en la cúspide. La entrada principal está enmarcada por palmeras, y el patio dispone de amplias veredas sombreadas por árboles centenarios.

Al adentrarnos en la sala de recepción, la atmósfera bulliciosa se intensifica. Varias personas ocupan las sillas dispuestas en hileras, cada una siendo atendida por un miembro del personal.

-Te deseo mucha suerte, hijo. Estoy seguro de que saldrás adelante -mi padre dice con dificultad mientras extiende una pequeña maleta. Jacob la acepta sin verlo a la cara-. Espero verte pronto -añade. Mi padre da unos pasos hacia él con el anhelo de abrazarlo, pero este retrocede con una mirada afilada.

Aclaro mi garganta y dirijo mi atención a Jacob para aligerar la triste tensión.

-Sé que no es fácil, pero sé que puedes hacerlo; ya diste el primer paso.

Se acerca a acariciar mi mejilla de forma cariñosa pero efímera.

-Gracias por todo y perdón por... -titubea al mirar mi pierna-. Por mi culpa te ocurrió esto.

-¡Jacob, eso ya es pasado! - interrumpo.

-Pero sí importa... -replica.

-Pero ya es agua pasada. Lo importante ahora es que estás tomando medidas. Eres fuerte, lo sé. Estamos aquí para apoyarte.

Jacob suspira y su rostro se relaja.

-Gracias.

-Nos vemos pronto -murmuro.

-Nos vemos

Antes de que podamos intercambiar una sílaba más, aparece una enfermera.

-Buenos días, ¿Jacob Olivetii?

-Sí, soy yo -responde él en deje de pesar.

-Acompañeme.

La chica lo conduce por un pasillo que culmina en una puerta con sensor a distancia, que se cierra tras él, perdiéndolo de vista.




🔮🔮🔮

Avanzo a la siguiente página del libro y continúo con los ejercicios. Tras los días de licencia médica, tengo una gran cantidad de tareas acumuladas. Observo la desordenada pila de cuadernos y luego miro hacia mi pierna enyesada, apoyada en una silla frente a mí.

Regreso mi atención a mis deberes, pero la fatiga se apodera y, el bolígrafo se resbala de mi mano. Este se desliza por el suelo y queda fuera de mi alcance. No hay nadie más en la biblioteca.

«¡Aquí vamos!» me animo al tiempo que me estiro para agarrar las muletas que reposan en la pared.

Entonces escucho unos pasos, un carraspeo de garganta y una voz femenina que me pregunta:

-¿Necesitas ayuda? -señala el lapicero en el suelo.

-No me vendría nada mal, créeme.

-Llegué justo a tiempo, ¿no? -responde mientras se agacha a recogerlos-. Hanna me pidió que te echara un vistazo, está en la fila de la cafetería.

Azares del destino [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora