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El departamento de sus padres carecía de estética y minimalismo. El piso era de madera y las paredes estaban tapizadas con papel verde oliva y flores rosadas, un sin fin de cuadros familiares y reconocimientos escolares estaban colgados por todas las paredes, al igual que rosarios e imágenes de Cristo. Las puertas de las habitaciones eran color madera y la de Jimin aún tenía las estampas de Pokémon que coleccionaba.

La cocina era pequeña, con gabinetes de madera y losa para salpicaduras azul, las luces eran cálidas y las cortinas en las ventanas eran las mismas y anticuadas de su infancia.

Evitando mencionar todos las cosas que su padre acumulaba y que ahora invadían parte de la sala, lo único que a Jimin le gustaba era el sofá color crema en el que su madre estaba sentada. Él lo había comprado hace dos años luego de que el anterior se haya roto por tantos años de uso.

— Namjoon me dijo que fuiste a Seúl ¿Cómo es allá? ¿Eh?

Preguntó su progenitor mientras regresaba a fregar los platos. Jimin se sentó en el taburete frente a la pequeña barra que separaba la cocina de la sala, dando la espalda a su progenitora. Rascó su nuca pensando en qué responder, realmente no había visitado la ciudad para conocer cuidadosamente, lo que vió fue en el transporte público y taxis que tomó para atravesar la urbanización y llegar a la prisión.

— Igual que aquí, sólo un montón de edificios y mucha gente que esquivar. Prefiero Cheongsang-gun.

— ¿Ese pequeño pueblito? No creí que fueras del tipo que le gusta el campo.

Realmente no sabía muchas cosas sobre su hijo.

— No es exactamente así, hay urbanización pero es más... Natural.

— ¿Hay chicas lindas?

Tal pregunta hizo que la mujer volteara por primera vez hacia donde su hijo se encontraba, notando el parche blanco que se pegaba a su cabello para cubrir una pequeña parte. Jimin se removió incómodo.

— Como en todos lados.

— ¿Y chicos? — Jeon Jungkook, pensó inconcientemente. — Yaaa, estoy seguro de que mi hijo era el más guapo entre todos ellos.

El castaño sonrió tímido. Notaba el esfuerzo de su padre por hacerlo sentir bien y cómodo, tomar con naturalidad su situación.

— ¿Trajiste los tuppers que te mandó tu padre?

Habló su madre por primera vez. Jimin dobló su torso para voltear a verla y encontrarse con sus profundos ojos rodeados de arrugas. Recordaba a su madre cuando joven, había visto muchas veces los álbumes llenos de fotos que albergaba la adolescencia de ambos adultos hasta la adolescencia de su hijo, cuando dejaron de tomarse fotos y la familia se fue rompiendo poco a poco. La madre de Jimin fue una mujer sumamente guapa y femenina en su época de oro, el castaño había sacado casi todo de ella, las manos, los labios, nariz, la piel tersa y suave, incluso la esbelta y atractiva figura.

Cuando Jimin era un niño, su madre se sentía orgullosa de ello. Pero una vez que se volvió un adolescente, parecía detestar el hecho de que su hijo haya heredado la mayor parte de su físico, parecía odiar la feminidad de Jimin y de alguna manera lo obligó a reprimir todo eso y volverlo una imitación de lo que se denomina "masculino".

— Los dejé en mi departamento, madre. Cómo ve, apenas llego de Seúl.

— Ya déjalo Nayoung, él puede traerlos en otra ocasión. — intervino su padre al captar la mirada que su mujer le lanzó a su hijo. Jimin regresó toda su atención a su padre. — Estaba pensando en hacer una cena e invitar a Namjoon y sus padres.

— Hace tiempo que no se juntan nuestras familias.

— Lo sé, desde que... — el hombre lo miró con pena, esperando que su hijo entendiera lo que quería decir para no tener que soltarlo en voz alta. — Desde que tú y...

— Ya entendí, papá.

— No quiero hacerte sentir mal hijo. Pero es algo difícil para nosotros.

— No entiendo qué puede ser tan difícil. Si tuve algo que ver con el hermano de Namjoon, es asunto completamente de nosotros dos. Además, eso quedó en el pasado.

— Pero separó a dos familias que se consideraban una sola.

— ¿Están tratando de hecharme la culpa de su homofobia?

— No es homofobia, hijo. Simplemente es difícil para noso-

— Es difícil saber que dos escorias como ustedes se estuvieron revolcando a escondidas en nuestras propias casas.

La voz de Nayoung sonó demasiado cerca de Jimin, así que supuso que estaba parada justo detrás de él. Jimin quisiera asegurar que tales palabras, que ya había escuchado anteriormente muchas veces, no le afectaban. Pero lo hacían.

— Nayoung, no le hables así a nuestro hijo.

— Una porquería como él, no puede ser llamado mi hijo.

Jimin no supo porqué, porqué su cuerpo reaccionó de tal manera. Se había parado del taburete tan rápido que su vista se nubló, sin embargo, eso no le impidió voltear hacia su madre y tomarla de los hombros, enterrando sus dedos y mirándola fijamente con furia.

— Esta porquería de hijo que tienes, agradece que ya no vive con una porquería de madre como tú.

Su padre no se movió cuando vió el pequeño acto violento, pues pensaba que su mujer merecía aquello. Pero se inquietó al ver el parche en la cabeza de su hijo.

— Jimin ¿Qué te pasó ahí?

El castaño sabía de lo que hablaba. Así que sin dejar de apretar los hombros de su madre, sonrió irónico y contestó aún viendo fijamente a los ojos asustados de Nayoung.

— Me lo hizo un asesino que es tan mierda de humano como lo es Nayoung. — la mujer se exaltó al escucharlo y luchó por soltarse del agarre que seguro dejaría marcas en su pálida piel. Jimin no cedió y la agarró más fuerte. — ¿Harías eso? Nayoung, ¿Ahorcarías a tu hijo y luego lo cortarás en pedazos porque es un marica enfermo?

— Suficiente, Jimin.

Su padre lo tomó del hombro con los aguantes aún puestos. Jimin le hizo caso con una sonrisa inocente y se alejó de ambos.

— Que gratas son mis visitas, ¿No?

— Lamento mucho que nosotros no po-

— Ojalá ese criminal te hubiera rot-

— ¡Suficiente Nayoung! — el grito del señor Park hizo que su mujer brincara y se quedara callada de inmediato. Jimin no esperó respuesta de ninguno de los dos y tomó su maleta para salir en cuanto antes de ahí. Su padre lo siguió hasta la puerta. — En verdad lo siento, hijo. Me gustaría ser un mejor padre y comprenderte, pero-

— No creo que sea muy difícil. — lo miró luego de ponerse los tennis y le sonrió como si nada. Por un momento pensó que había adoptado la actitud de Jungkook. — Te mandaré los tuppers por paquetería. Tengo que volver a Cheongsong-gun, así que no te preocupes por mí para esa cena. Dile a los Kim que no estaré presente.

Y sin dejarlo responder, se marchó caminando por el pasillo alfombrado de rojo y paredes color crema. Fue directo a su departamento y ocupó su mente en el sin fin de hojas y grabaciones que debía poner en orden para empezar el verdadero informe que salvaría su empleo en la estación.

Trabajó desde las cinco de la tarde hasta las once de la noche. Cuando el sueño lo venció.

Últimamente dormía mucho, y estaba consiente de que era el método de los cobardes. El que tomaban para evitar lo problemas y evitar pensar.

Su sueño se vió interrumpido por el sonido de su timbre sonar repetidas veces. Abrió los ojos y vió la hora en su reloj de pared. Eran casi las dos de la mañana.

¿Quién podría ser?









En la mente de Jeon | KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora