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Dieciséis días habían pasado.

Trescientas ochenta y cuatro horas donde cada minuto se la pasó en total miseria.

Suponía que sus padres ya se habían enterado de su despido gracias a las llamadas perdidas desde el teléfono de su padre. No había contestado ninguna, después de todo, ellos no parecían estar realmente preocupados cuando no han ido a su departamento en ningún momento.

Se le había acabado la comida, el alcohol le sobraba. Estar tirado en su casa, embriagando se fue lo mejor que supo hacer, estaba totalmente acabado, no le quedaba nada, ni trabajo, dinero, familia, orgullo, dignidad y ya casi ni siquiera salud.

Los desvelos, las comidas saltadas, el estrés, el alcohol lastimando su vacío estómago, todo le estaba cobrando factura. Y siendo sincero, no tenía la más mínima intención de levantarse y salir de ese pozo.

¿En qué momento todo se había ido en picada?

Se suponía que con su informe, todo se arreglaría.

Ni Mingue, ni Seungmin ni Hoseok fueron siquiera reprendidos por sus actos, sí, Jimin estaba muy agradecido con los dos últimos por haberse arriesgado a ayudarlo. Pero eso sólo confirmaba que su jefe estaba esperando otro error del policía para poder despedirlo.

¿Tenía algo en contra?

No lo sabía. Namjoon nunca se había portado mal con él, se distanciaron un poco cuando se descubrió que era novio de su hermano menor, pero eso fue todo. No encontraba motivos para que el moreno le tuviera resentimiento. ¿Acaso era homofóbico? Entonces Mingue también hubiera sido despedido, o suspendido por un tiempo.

Pero al parecer, toda la culpa había recaído en el castaño.

Y... Siempre hay un rayito de esperanza ¿No?

En algún momento una posible solución debía aparecer en su mente.

Un último intento.

Un poco de gasolina para que el motor de su vida volviera a cobrar marcha.

Debía intentarlo, recuperar todo lo que podía.

Aún con el alcohol haciendo estragos en su cuerpo, se levantó de la cama y bajó las escaleras con pasos torpes y arrastrados, apoyando su desiquilibrado cuerpo contra las paredes, intentando no caerse.

Llegó hasta el baño, y aún con ropa se metió a la ducha. Esperaba que el agua fría lo despertara, le aclarar sus pensamientos, pensar en ese algo que podría arreglarlo. Pero su mente sólo podía pensar en esos besos y caricias desesperadas que siempre se sentían tan ilisitos. Su cuerpo embriagado reaccionó ante los ardientes recuerdos sobre su piel.

Sí. Tal vez él podría ayudarlo a resolver algunos de sus problemas.

Después de todo, justo ahora, no era un policía.

•••


Estar frente a él, se sentía tan extraño.

La impotencia de no poder hacerle daño.

Tenerlo a pocos metros de si mismo, en una habitación, sólo ellos dos.

Mantenerle la mirada parecía una lucha para sólo uno de ellos dos, el otro parecía divertido, como siempre, esos estúpidos labios estirados en una sonrisa socarrona y altanera. Esa mirada juguetona e irónica.

Kim Taehyung odiaba con cada parte de su ser la forma en la que Jeon Jungkook lo miraba. Odiaba siquiera escuchar su respiración.

En la mente de Jeon | KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora