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El policía suspiró lentamente en un intento de calmar sus nervios. De ninguna manera debía mostrar su miedo, ni el poder que Jeon podía ejercer en él. Con mucha valentía, puso sus manos sobre las del criminal, las acarició levemente con el dedo pulgar e inclinó la cabeza hacia un costado para encontrarse con el rostro de Jungkook a tan sólo un par de centímetros. Las oscuras pupilas se combinaban con el negro del iris en una mirada sin brillo. Su mirada estaba vacía.

— Me temo que todo lo que haz dicho hasta ahora, es mentira.

Jungkook reacción con una sonrisa nasal y ladina, reincorporando su cuerpo y caminando altanero hasta regresar a su lugar. Sin despegar en ningún momento la mirada sobre Jimin.

— ¿Qué te hace pensar eso?

— Primero quiero confirmarlo, así que contesta con sinceridad a mis preguntas.

— Adelante entonces. — le invitó a empezar de una vez por todas. La mirada y sonrisa de Jungkook era diferente a todas las anteriores, ninguna se comparaba. Y Jimin no sabía, que estaba a punto de entrar en el verdadero juego y mente de Jeon. — Que el tiempo corre, querido oficial Park.

El honorífico había salido de sus labios en un tono de burla al mismo tiempo que miraba fijo al lente de la cámara.

— ¿Cómo elegiste a tu primera víctima?

— Fue al azar. — contestó de inmediato. — Estaba drogado así que simplemente la vi, sabía que se iría fácilmente conmigo si le decía que solicitaba su servicio.

— Entonces desde un principio no planeaste llevártela para tener sexo.

— ¿Estás insinuando que la llevé para matarla?

— En efecto. — atacó con seguridad. Jungkook río, demasiado seguro de que su coartada era inquebrantable. — ¿A dónde la llevaste?

— A mi casa.

— ¿Dónde estaba tu padre?

— Creí que ya sabías que no vivía con él desde la muerte de mi madre.

— Y también creí que recordabas aquello que me dijiste. — El pelinegro lo miró confundido. Su pose sobre la silla demostraba seguridad y total despreocupación, pero poco a poco se daba cuenta de que los papeles se invertían, siendo Jimin quien empezaba a tomar el control. — ¿No lo recuerdas? Jungkook.

— ¿Qué te dije?

— Dijiste que tú padre te dio libertades que antes de la muerte de tu madre no tenías. Y ahora dices que ya no vivías con él. — la seguridad de Jungkook, se desvaneció. Sin embargo, no lo dió a notar, su rostro se puso tenso y por un fragmento de segundo, pensó en terminar la visita. Pero eso lo pondría en evidencia. — Esto es algo que ni la policía ni tu abogado te preguntó antes. Supongo que no lo tenías bien pensado.

— Me he equivocado con los tiempos y fechas.

Se excusó.

— Ya lo creo. — Jimin se sentía seguro, como todo un detective interrogando al acusado, siempre quiso hacerlo. Y es que tal vez el haber interactuado con esas nueve mentes criminales, le dió la confianza de entender y atacar las mentiras de Jeon. — Entonces ¿A dónde la llevaste?

— Ya te lo dije, la llevé a mi casa. — se reincorporó en una postura recta sobre la silla, ambas manos reposaban esposadas sobre la mesa y la seriedad reinaba en sus expresiones. Jungkook estaba pensando cuidadosamente a partir de ahora. — Pude trabajar y conseguir un lugar pequeño donde quedarme. La llevé ahí.

— ¿Y luego?

— No lo sé. — se encogió de hombros y apretó los labios en una representación de desinterés. — Cuando desperté, ella ya estaba muerta. Había droga sobre mi mesa y supuse que tuvo una sobredosis.

En la mente de Jeon | KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora