Las horas habían pasado y tan sólo quedaban dos horas para tener que estar de vuelta en la prisión, lo cual significaba que tenían una hora más en Cheongsong-gun.
El castaño estaba recargado contra el lavamanos cuando la voz de Jungkook interrumpió sus pensamientos.
— Necesito ayuda para subirme los pantalones.
Dejó caer los brazos a su costado con un suspiro, caminando a pasos arrastrados hasta el cubículo y empujó la puerta para abrirla, en algún momento rosó con la ancha espalda del criminal. Cuando estuvo a su lado, vió la mala manera en la que había subido su ropa interior. Otro suspiro.
— Sería menos inútil si me hubieras quitado las esposas.
Le miró desde arriba. Jimin se concentraba en tomar el elástico negro y acomodarlo de manera correcta en sus caderas.
— Eso no va a pasar, Jeon. No soy estúpido.
Finalmente se agachó lo suficiente como para tomar la pretina de los pantalones que se encontraban hasta los tobillos del pelinegro. Jungkook sonrió con ironía, tener a Park Jimin casi arrodillado frente a su entrepierna era algo dichoso de ver.
— Sólo quería valerme por mí mismo.
Subió la tela por sus piernas hasta la altura de los boxer para luego subir el cierre. Rosó ahí provocando la intensa mirada del recluso, ignoró aquello y siguió abrochando el botón.
— No confío lo suficiente en ti, eres capaz de muchas cosas si dejo tus manos libres.
— Soy igual de capaz.
Jimin iba a preguntar cuando terminó de acomodar su camisa. Iba a prohibirle hacer algo estúpido, pero las manos de Jungkook subieron rápidamente hasta encontrarse con su cuello y lo rodeó con firmeza, atrayendolo de un jalón hasta que sus labios se juntaron con brusquedad.
La reacción inmediata del policía fue arrugar las cejas y empujar a Jungkook con sus manos desde el fornido y firme pecho del contrario. Pero no funcionó, el recluso era fuerte y el cubículo pequeño como para dejar espacio a dos hombres adultos allí dentro, no había que más empujar, la espalda de Jungkook estaba recargada contra la puerta y no le daba la oportunidad de escapar.
El forcejeo empezó, así como también la presión en su cuello. Los dedos de Jungkook ardían sobre su cálida piel y la fuerza sobre ella empezó a hacerse excitante, sí, excitante en lugar de angustiante. Se separó por un segundo y Jimin dió las gracias en espera de poder huir de ahí lo antes posible. No había sido un beso realmente, sólo la obligada presión de sus labios con el forcejeo en busca de la liberación.
Jimin fue muy iluso al creer que Jungkook lo dejaría así.
No hubo palabras, el castaño no lo miró, sólo esperaba el momento en que Jungkook se moviera lo suficiente como para poder abrir la puerta y salir de ahí. Mantenía su mirada baja mientras que el más alto lo observaba con determinación, tal vez esperando a que el policía se avalanzara hacia sus labios. Jimin no esperaba sentir de nuevo aquellas ásperas y grandes manos rodearlo y obligarle a juntar sus labios de nuevo. Ahora sí había movimiento, Jungkook movía sus labios contra los carnosos de manera lenta, pero brusca. Tiraba del labio inferior contrario y lo mordía a su gusto, apretando con sus dedos el cuello de Jimin y estimulando de alguna manera su cuerpo. El policía no cooperaba, se mantenía quieto simplemente dejando que Jungkook jugara con su boca, con él, y no es que no quisiera dejarse llevar por la tentación que Jeon Jungkook era, más bien se obligaba a no hacerlo.
Tal abstinencia no duró mucho. El criminal empujó con la rodilla su entrepierna y al mismo tiempo hizo intromisión en su boca con la tibia lengua. Entonces reaccionó, desafortunadamente para él mismo, su cuerpo reaccionó ante las intenciones de Jungkook, y no hacia lo que moralmente estaba bien, y correcto.
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En la mente de Jeon | KOOKMIN
Ficción GeneralUn asesino con muchos secretos y cuidadosos números. Un policía que busca la aprobación de su teoría y tiene muchas preguntas. ¿Podrá Park Jimin salir del oscuro y profundo océano en la mente de Jeon Jungkook? «Quien con monstruos lucha, cuide de co...