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Salió del departamento de sus padres lo más silencioso que pudo y subió a su auto en dirección a la antigua casa de Jeon. Namjoon le aconsejó quedarse esa noche en casa de sus padres por precaución, tuvo que inventar una tonta excusa a sus padres para que lo dejaran quedarse.

Era media noche cuando aparcó el auto de nuevo a la entrada del ahora oscuro callejón. 

La calle estaba solitaria, se mantuvo dentro del auto por pura seguridad. De vez en cuando pasaban personas arrastrando los pies, con cabezas gachas y soltando incoherencias, otros llevaban sus carritos llenos de cartón o plástico, y tristemente, algunos infantes los acompañaban.

Prendió su teléfono, abriendo el archivo que contenía el vídeo grabado durante el interrogatorio de Jeon. Era una cinta de aproximadamente dos horas, y mientras veía, se dio cuenta de varios cortes aleatorios. 

Muy bien muchacho. — la voz profunda de un hombre se escuchó segundos antes que el ruido de una silla siendo arrastrada. En escena se miraba a Jungkook sentado despreocupadamente en el fondo de la pequeña sala gris, al otro lado de la mesa, justo frente al policía que sólo se veía su cabello gracias al ángulo de la cámara. — ¿Sabes por qué estás aquí?

No tengo idea

Contestó Jeon enseguida. Pellizcando sus dedos que se encontraban sobre su regazo.

Bien. — hizo una pequeña pausa, Jeon lo miraba fijamente. — ¿Cuánto tiempo haz vivido en Cheongsong-gun

El pelinegro fingió pensar su respuesta.

Desde octubre del año pasado.

Cuatro meses entonces.

Jeon asintió lentamente.

¿Trabajas en algo?

En la cocina de la señora Cho.

¿Haciendo qué?

Se encogió de hombros.

Limpiando, sirviendo, comprando los ingredientes. Eso, usted sabe.

Te pregunto de nuevo. ¿Sabes porqué estás aquí?

No.

Otra pausa. El primer corte.

¿Dónde vivías antes de mudarte a Cheongsong-gun?

En Busan.

— ¿Un lugar más específico?

— No soy bueno con el nombre de las calles y direcciones.

— Está bien... ¿Porqué decidiste vivir aquí?

— La vida en Busan es mucho más cara y difícil que aquí, que es un lugar mucho más pequeño y tranquilo.

— ¿Qué quieres decir con difícil?

— Ya sabe, las pandillas, las distancias, los precios...

— ¿Tenías problemas con las pandillas?

Negó.

Sólo había muchas alrededor de dónde vivía, no tenía dinero suficiente como para rentar en un lugar con buena seguridad o personas decentes. Algunos me molestaban de vez en cuando para que formara parte de sus grupos.

— ¿Accediste?

— No, señor.

— ¿De qué o en qué trabajabas entonces?

En la mente de Jeon | KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora