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Se estaba dejando llevar, siendo Jimin quien llevara el control por primera vez. Los besos y toques desesperados hacían que su mente se hundiera poco a poco en el océano de la lujuria.

Aún así, con toda la excitación haciendo un interesante cosquilleo por todo su cuerpo, no dejaba de pensar que Jimin realmente no quería lo que estaba haciendo. La descaradez y forma en que se le insinuaba, la forma obligada en la que se sentían sus besos y los toques sobre su pantalón intentando quitarlo, le hacían darse cuenta de que aquello no era recíproco.

Él quería entregarse a Park Jimin, hacerlo de otra manera que no sea compromiso. Quería que fuera diferente, diferente a como lo hacía con aquellos presos por dinero y ventajas dentro de la prisión. Quería que Jimin se entregara a él con el mismo sentimiento que el suyo.

- No... - lo tomó suavemente de las mejillas, rompiendo el beso en un chasquido. Mantuvo los ojos cerrados, no queriendo ver los ojos suplicantes de Jimin. - Si quieres que confiese... Entonces lo haré, pero no tienes que acostarte conmigo.

Dos segundos después, volvió a sentir los gruesos labios intentando unirse con los suyos. Jimin respiraba agitado, se negaba rotundamente a permitir que Jeon lo detuviera.

- Aún así, lo quiero. Ya no soy un policía, no tengo ningún juramento al cuál serle fiel. - sus piernas flaquearon cuando el pelinegro abrió los ojos, encontrado los suyos. No creía poder acostumbrase a la pesada y profunda mirada. - Sólo soy yo, Park Jimin, un hombre de veinticinco años que te desea con locura, desde el primer día en que te vi. Y lo sabes, sabes que jugaste conmigo, que todo este tiempo me haz engatusado. Así que te felicito, porque lo haz logrado, Jeon Jungkook, haz logrado que quiera con todas mis fuerzas entregarme a ti, sin importar si eres un asesino, un recluso, o un hombre que todo esté tiempo me ha visto como un objetivo. Quiero ser tuyo.

La sonrisa nasal con labios retorcidos se formó en las expresiones de Jeon, era malditamente irónico y casi irreal que Jimin estuviera diciendo eso. Demasiado bueno para ser real.

- ¿Se te olvidan las enfermedades que hay en esta prisión? - tenía que sacar una excusa, seguir insistiendo en negarse, al menos hasta estar completamente convencido de que Jimin estuviera totalmente listo y seguro de lo que decía. - No quiero transmitirte alguna enfermedad.

Era obvio que Jeon debía pagar con algo las ciertas "ventajas" o comodidades que tenía en la prisión, y al no tener dinero que viniera desdes afuera, los favores sexuales eran su única opción.

La sonrisa de Jimin, le dió miedo. Fue una tétrica y eufórica sonrisa. Lo vió separarse de él, doblando su rodilla derecha hacia atrás y metiendo sus dedos en el zapato, sacando un condón de ahí. Como si nada, se lo enseñó al pelinegro regresando a su postura normal.

Por un segundo le faltó el aire de la sorpresa que aquella acción atrevida provocó. Jimin había violado la seguridad de la prisión, le estaba rogando que se lo follara, estaba semi desnudo frente a él, ya le había quitado la parte superior del overol y el pantalón lo tenía desabrochado. ¿En verdad tenía sentido seguir resistiéndose?

Mandó todo a la mierda y cortó la distancia con el cuerpo frente a él, tomando la mandíbula fuertemente y uniendo sus labios desesperados. Jimin sonrió en victoria, correspondiendo al beso y dejando el preservativo en la mesa de noche que tenían al lado. Las gotas de lluvia que se azotaban contra la ventana, era capaces de ensordecer los suspiros y sutiles gemidos que salía de ambos cuerpos entregándose a la excitación.

Las manos del pelinegro descendieron hasta la cintura de su visitante, pasando luego al botón del pantalón beige y dejando que cayera hasta los tobillos. Se tomó el tiempo de romper el beso, alejándose un poco para apreciar el cuerpo casi desnudo frente él. Era hermoso, simplemente hermoso, cada curva, cada marca de dolor sobre su pálida piel, la forma agitada en la que respiraba, la mirada sumisa con la que lo veía.

En la mente de Jeon | KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora