050

766 90 7
                                    

La prisión de Dalseong-gun, Daegu, sería el lugar donde esperaría a que llegara la fecha del segundo juicio.

El día anterior había sido llevado a cabo el primer juicio, siendo ésta su primera mañana en la fría celda.

Apenas y había podido dormir.

El trato especial que se le dió al nuevo huésped fue causa de molestia para los demás reclusos. Jeon había sido instalado en una celda completamente personal, incluso alejada de todos los reclusos, ubicada en el fondo de un pasillo sin puertas laterales, sólo dos paredes lisas que encaminaban hacia la celda, casi como si estuviera en confinamiento. Tenía policías cuidando su espalda y protegiéndolo de cualquier amenaza, por ningún motivo, Jungkook debía salir lastimado y de alguna manera ser incapaz de presentarse al siguiente juicio.

Estaba sentado en la cama hecha de concreto que sobresalía de la pared izquierda, una colchoneta, una almohada y una cobija, un retrete, tres paredes grises y un foco de luz calida en el techo eran sus únicos acompañantes; los policías parecían no existir, no hablaban y apenas y se movían. Miraba el piso y bailaba sus piernas en el aire de atrás hacia adelante, como un niño que esperaba afuera de la oficina del director mientras le informaban a sus padres sobre su mal comportamiento.

Escuchó los pasos lentos aproximarse hasta su celda, levantó la mirada encontrándose con la lisa pared de triste y neutro color. Los pasos seguían y de pronto, aquella voz rompió el patrón del ruidoso silencio.

— ¿Estaría bien si nos dejan hablar a solas?

Era él, Park Jimin estaba ahí, a primera hora de la mañana y con deseos de hablar con él.

Sintió su pecho inflarse y de inmediato giró la cabeza hacia la derecha, viendo ansioso y con ojos brillantes hacia el pasillo donde aquel precioso castaño lo miró de vuelta. Le sonreía sutilmente.

El policía que lo acompañaba pareció pensarlo para finalmente ceder ante su petición.

— Los policías se quedarán al inicio del pasillo. Cualquier situación que indique peligro, no dude en llamarlos. — Jimin asintió acatando la orden. — Y si algo le pasa al recluso, usted será arrestado de inmediato.

— Entendido, señor.

Uno de los dos policías que estaban a cargo de su cuidado, abrió la celda y dejó pasar a Jimin, cerrando de nuevo la reja de acero.

Los tres hombres uniformados se vieron entre sí, para luego empezar el camino por el largo y vacío pasillo.

Jimin los miró, esperando a que desaparecieran de su vista para por fin encarar a Jeon.

— Yo... No creí que querrías venir a verme. — el tono de voz de Jungkook era demasiado diferente a como solía hablar cuando estaba en Cheongsong-gun, no se mostraba seguro de sí mismo, todo lo contrario, se veía tan frágil. Si veías con determinación, te darías cuenta de que esa imagen ruda e inquebrantable era la pura falsa apariencia, Jimin había aprendido a leer el rostro del criminal, lo veía por debajo de su piel repleta de tatuajes, conectaba con esos oscuros y vacíos ojos que justo ahora parecían los de un cordero asustado, uno que sabía, estaba entre las garras de su depredador, sin la posibilidad de poder escapar.

El castaño tragó saliva, dando lentos pasos hasta la cama de concreto y sentarse al lado del asesino. Miró los pies de ambos, la diferencia de calzado y centímetros para llegar al piso. Cerró los ojos y suspiró.

— No habría venido de no ser por el impulso que me trajo hasta ti. — abrió lo ojos y lo miró a su costado, Jungkook era por mucho más alto que él, incluso sentados se notaba la diferencia de tamaños, en estatura y complexión, al igual que la imponencia, Jeon era todo lo contrario a Jimin, sin embargo, en ese justo momento, Park se veía ridículamente más grande que el pelinegro. — Estoy aterrorizado. — confesó, mirándolo a los ojos y luchando con el nudo en su garganta. — Mi corazón va a estallar y mi consciencia se mancha cada vez más con cada segundo que pasó anhelando verte para darte apoyo en todo esto.

En la mente de Jeon | KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora