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Esperó un par de minutos donde se debatió sobre si era ese el hombre que esperaba o no, al final salió del auto y entró al callejón alumbrando el camino con la linterna de su teléfono. Todo bajo la atenta mirada del extraño "vagabundo".

Caminó por el callejón con cautela. Con el aire fresco rosando su piel expuesta, la luz de la luna y linterna reflejando sobre el húmedo piso gracias al sereno. Al llegar a la estructura roja, su rostro se vio iluminado por la cálida luz que se filtraba por la ventana cubierta con una cortina desgastada.

No se había equivocado, ese era el hombre.

Apagó la linterna y se preparó para tocar la puerta, que fue abierta momentos después.

Un hombre de unos treinta años, misma altura, cabello negro, mirada cansada e innumerables tatuajes recorriendo ambos brazos y pecho expuestos gracias a la falta de ropa en la parte superior del fornido y marcado cuerpo apareció en su campo de vista. El olor a cigarrillos, marihuana y colonia varonil inundó sus fosas nasales. Ambos se miraron de arriba a abajo. Yu intimidaba, Park daba lástima.

— ¿Puedo ayudarlo en algo? — preguntó el mayor, una mano en el marco de la puerta y la otra en la perilla, usando sus brazos y cuerpo como una barrera para mantener la privacidad hacia el interior de su hogar. Jimin tardó un poco en reaccionar, había estado viendo detrás del hombre, imaginando un lugar decente donde un niño podía estar, pero a su mente sólo podía venir un Jeon pequeño sentado en un rincón de la descolorida y desordenada sala. No tenía tiempo para ver descaradamente el buen hombre que tenía parado enfrente. — ¿Señor?

— Oh... ¡Sí! Yo... ¿Conoce a la familia Jeon?

El hombre levantó una ceja, incrédulo.

— Hay cientos de miles de familias Jeon en nuestro país.

Jimin sonrió apenado.

— Disculpa por eso. Pero, hace aproximadamente seis años, estuvo viviendo aquí una mujer con un adolescente de 17 años. ¿Será posible que los hayas visto alguna vez?

El tatuado negó.

— No había vivido por aquí.

Jimin asintió levemente. Viendo de nuevo detrás del hombre, ahora con menos disimulo.

— ¿Puedo ver un poco tu casa?

— ¿Para qué?

— Estoy investigando un criminal, ésta era su casa de la infancia y adolescencia, puede haber algo aquí que me ayude.

— ¿Tiene una órden? — dió un paso adelante, demostrando su descontento hacia las intenciones de Park, quien negó ante la pregunta. — Entonces no. No es nadie para hacer esto.

— Soy policía. — le enseñó su placa, Yu se puso a la defensiva, era obvio que adentro tenía cosas ilegales, los policías no eran bienvenidos en esos barrios. — Tranquilo, no te arrestaré por lo que sea que escondas o hagas, sólo necesito ver si aún hay algún rastro de lo que sea que esa familia pudo haber dejado.

El de piel trigueña lo pensó, y al final, sólo se corrió a un lado dejando pasar al policía a su morada.

Bolsas de comida, ropa regada, colillas de cigarros, olor a polvo y humedad era lo que describía el lugar. La casa era relativamente pequeña, una sala y en el fondo una media cocina, a la derecha un estrecho pasillo con tres puertas, una al fondo y las otras dos frente a la otra. Recorrió cada lugar con cautela, el hombre lo seguía de cerca. La puerta del fondo era un baño, tuvo que contener la respiración al entrar. Al salir, la puerta de la izquierda era la habitación principal, de aproximadamente 3x3 metros, era la que tenía la ventana servible y daba hacia el callejón, un colchón viejo en el piso semi cubierto con una manta, y cajas de cartón con ropa adentro era todo lo que tenía, claro, ignoró la pequeña caja de plástico que contenía pequeñas bolsitas transparentes llenas de "pasto" y polvos blancos. Cerró la puerta y entró a la que estaba a su espalda.

En la mente de Jeon | KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora