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8 de diciembre de 2003.

Jeon Jungkook.

6 años.

Los rumores del gran parecido que había entre aquel pequeño niño de ojos grandes y brillantes con ese policía que había frecuentado la casa de "Las Damas" varios años atrás, estaba más fuerte que nunca.

Algunos esparcían el rumor por simplemente saber qué era lo que se susurraba de persona en persona cada vez que el infante salía tomado de la mano con la prostituta mayor que vivía en esa casa, otros lo hacían con el fin de perjudicar al nuevo jefe de policía en la estación más cercana.

Y es que en esas calles, todos se daban cuenta de todo, no hacían falta cámaras de seguridad, no había ni siquiera gozo de la seguridad que se supone las organizaciones de la ciudad le brindan a sus habitantes. Quienes de daban cuenta de todos los actos ilegales cometidos sobre esos rotos pavimentos y oscuros callejones, jamás hablaban para delatarse entre sí, no les convenía llamar la atención de los policías. Era algo de perder-perder.

Pero claro. ¿Cómo no iba a hablarse de un posible hijo bastardo? ¡De un policía con una prostituta!

Y más, que cuando se supo el embarazo de la bella mujer, aquel policía desapareció de aquellos rumbos. Como si la noticia lo hubiera hecho huir despavorido.

No volvió hasta ese maldito día.

— No te preocupes, te prometo que volveré enseguida. — la delgada mujer le acarició el cabello, ambos en el umbral de la puerta, el pequeño niño se aferraba a su larga falda, se vestía tan bonita cuando no tenía que salir a trabajar y usar esas exageradamente cortas ropas. Le sonrió tratando de tranquilizarlo. — Quédate jugando en la sala, no molestes a tu mamá y deja que termine tranquila, sabes cómo se pone cuando se le pasa el efecto.

No te tardes mucho, nonna.

Le contestó soltando su ropa por fin, haciendo un puchero y quedándose parado frente a la puerta en espera de verla salir.

No lo haré mi Jungkook-ie, ya sabes a dónde ir si alguien viene a ver a mamá ¿Cierto? — asistió obediente, regalándole una sonrisa con ese espacio vacío en el frente superior de su pequeña dentadura de leche. — De acuerdo, sé un buen chico.

Cerró la puerta, dejándolo prácticamente sólo. Su madre estaba y no estaba, las drogas la mantenían ausente estando presente.

Hizo caso a las órdenes de su nonna y se mantuvo en la sala, entre cajas de basura, restos de comida, ropa sucia y hojas con dibujos regados por todo el piso. Fingía una lucha entre el Iron Man que se había encontrado tirado en el parque y oso de peluche que Eunyoon le había regalado por navidad un año atrás. Todo parecía normal y tranquilo, él jugaba y su mamá dormía en la habitación.

¿¡Dónde está ese jodido niño!?

Se detuvo por un momento, prestando atención a los ruidos escandalosos que venían de afuera. Alguien había llegado, exigiendo que le dejaran entrar, ver a alguien. El niño no se preocupó, estaba en la seguridad de su casa, y nada le aseguraba que el revoltijo de la calle, era por él.

Retomó su juego, haciendo que los muñecos corrieran por el piso. persiguiéndose, escondió al oso tras las cajas mientras Iron Man lo buscaba, saliendo el oso de la nada, atacando al super héroe y ganando la batalla, una gran estrategia. Sonrió con victoria, corriendo por toda la sala con el peluche en alto, riendo y festejando, hasta que el estruendo de un vidrio le hizo detenerse en seco, había bloqueado por completo los golpes en la puerta y los gritos que exclamaban el nombre de su madre.

En la mente de Jeon | KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora