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1 semana después.

Damian había ordenado que la semana completa cuidarán de aquella plebeya que se encontraba en estado delicado. Hace 2 días la chica empezó a abrir los ojos, para la extrañeza del príncipe se encontraban unos ojos observándole sin brillo y una chica sin poder expresarse.

El doctor le dijo que algo más le ha pasado a la chica que tiene posiblemente un enorme trauma con ella, Damian se esperaba algo así y por eso no se inmutó. Pensó en hospedar a la chica fuera del castillo en unas de las cabañas del pueblo, pero recordó que la plebeya no tenía recursos, tampoco conocimiento alguno del entorno y menos con lo que le ha sucedido podría hacer hasta cualquier locura, por lo qué se propuso mantenerla un tiempo más bajo sus manos.

Con esto existía la gran posibilidad de saber que le ha ocurrido en aquel orfanato y cuál ha sido.

De vez en cuando iba a verla aunque estuviera la mayoría de veces dormida, apenas y tomaba algún jugo que le llevaban porque de comer ni siquiera lo hacía.

Para su sorpresa al entrar a verla en el día de hoy la chica se encontraba despierta mirando por la ventana de la habitación, tenía los ojos grandemente abiertos como si se sorprendiera de lo que estaba observando.

Parecía muy concentrada viendo aquel atardecer que se asomaba por la ventana y hacía brillar parte de sus ojos al quedarse embelesada. Damian carraspeó llamando la atención de la chica que al observarle con detenimiento se ruborizó exageradamente, haciendo que el príncipe se quedara fijamente mirándola y frunciendo el ceño al darse cuenta de que la estaba mirando demasiado.

— ¿Cómo te encuentras?.— Damian desvió la mirada de la chica por culpa de aquellos grandes ojos que lo miraban sin ningún pudor como si pudiera atravesarle el alma.

— Estoy un poco mejor.— La chica volvió a dirigir su mirada al ver que el sol ya se ocultaba y poco a poco bajaba el resplandor.— ¿Quién eres tú?

Aquello tomó a Damian desprevenido y cómo si le hubieran dado una bofetada se molestó. La chica no tenía idea de quién era el, también se había referido de esa manera tan sutil y lo había tuteado. ¿Acaso pretendía excavar su propia tumba?

— Plebeya insolente, soy el príncipe Damian. Estás en el reino de Agraria.— La chica frunció el ceño por la forma en la que aquel joven la había llamado, pero de cierto modo se sorprendió porque estaba en un lugar donde la nobleza permanecía.

— ¿Cómo llegue aquí?.— La chica no recordaba cómo escapó de aquel lugar y tampoco tenía idea de todo lo que le pasó en aquel lugar, solo sabía de donde provenía pero no recordaba por qué se encontraba en este estado.— ¿Qué me pasó?

Damian extrañado no se imaginaba que la chica no sabía cómo había llegado aquí y en qué estado al parecer. Por lo que dudó en decirle cómo y dónde llegó, lo que podía admitir es que no sabía por qué llegó en ese estado.

— No sabes mi estado, pero si sabes cómo llegue.— Damian frunció el ceño, ¿tan obvio había sido o acaso habló en voz alta? La chica había hablado como si supiera lo que él había pensado.

Por otro lado Anya tratando de manejar lo que el príncipe pensaba, creía que él solamente estaba hablando pero se dio cuenta de que no había escuchado su voz ni movido sus labios, por lo que se sorprendió y se asustó al escuchar lo que creía que eran sus pensamientos.

— ¿De dónde vienes?

Anya tratando de armar el rompecabezas y tratando de recordar lo más que podía, solamente visualizaba el único lugar a donde había estado la mayor parte de los inicios de su vida hasta ahora.

— Recuerdo haber estado en el orfanato Reshwight. ¿Tú me adoptaste?.— Aquello tomó desprevenido al príncipe Damian, por lo que si había acertado que es huérfana y su estadía allí era por tal cosa.

Lo que si le había ofendido es que creyera que se viera tan viejo para tener a una chica de casi 18 años a estas alturas.

— No me mal entiendas, no te ves viejo.— Damian se espantó otra vez y vio a la chica fruncir el ceño y sorprenderse otra vez ante lo que había dicho como si no lo había procesado.— Es decir, cualquiera podría ser mi tutor y mas alguien proveniente de este lugar.

Damian no muy convencido asintió lentamente dándose de cuenta de que realmente tenía un punto y tal vez al no recordar lo que le había sucedido, creyó que llegó aquí por haber sido adoptada.

— El doctor dice que puedes dar pequeños paseos, puedes utilizar los pasillos del castillo, te dejaré un mapa enganchado en la puerta de esta habitación para cuando salgas lo notes, come algo y dúchate.

Anya inconscientemente acercó su nariz hacia la zona de sus axilas y olía terriblemente mal. ¿Hace cuánto no se bañaba?

Damian pareció darle un poco de ternura aquella acción espontánea y a la vez divertida. Volviendo a sus Casillas frunció el ceño y salió de la habitación para buscar el mapa y colocarlo donde habían acordado. Tenía muchas cosas que hacer y no podía perder su valioso tiempo con aquella plebeya.

Al cabo de un rato Anya se metió al cuarto de baño como podía, caminaba despacio puesto que sus pies dolían con cada pisada que daba, se despojó de sus prendas cuidadosamente e hizo a un lado el pequeño suero que seguía en su muñeca derecha. Entró a la ducha y abrió el grifo para que el agua caliente se esparciera por su cuerpo dándole un poco de escalofríos y a la vez brindándole alivio a su corporalidad.

Damian del otro lado de la puerta colgó el mapa que le había acordado dar y escuchó como la ducha estaba encendida por lo que imaginó que la chica se estaba dando un baño. Inconscientemente imaginó a aquella chica mirando fijamente por la ventana mientras el resplandor del sol le brindaba un enorme brillo a sus ojos y no pudo evitar sonrojarse.

Salió disparado de aquel lugar y muy molesto porque se había comportado como un adolescente al sonrojarse por una simple plebeya.

Damian sintió una sensación de que debía supervisar aquel contenedor donde la chica llegó, por lo que bajó apresuradamente y para su buena suerte nadie se encontraba allí. Iba a deshacerse del contenedor, pero también iba a investigar todos los orfanatos que recibían comida en aquel modo de envío.

Sumido en sus pensamientos vio como en el fondo del contenedor se encontraba una pulsera de hospital rota a la mitad.

"Anya Forger, 17 años, Pelirosada, Exp7522".

Damian tratando de descifrar aquello tomó la pulsera y la echó en una pequeña bolsa plástica para mantenerla segura hasta descubrir los factores de aquella chica. Debía mantenerla vigilada, no se sabe cómo acabó en ese estado y a que costó llegó de tal forma.

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Príncipe DAMIAN. [Damian x Anya] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora