Especial de navidad "24".

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— ¡Maldita sea!.— Grito histérica al no poder dormir. No puedo pegar un estupido ojo y son las tres de la mañana. Me desespera no poder conciliar el sueño.

Me quito la sábana de encima y salgo de la cama, voy al cuarto de baño y abro el grifo para proceder a echarme agua en mi rostro. Me miro en el espejo para notar las bolsas debajo de mis ojos y verme horrible de lo tan marcadas que se me ven.

— Soy un asco.

No hay peor sensación que aquella en la que te sientes abrumado por ti mismo, por creer que no sabes hacer nada o no sirves para nada, por hacer lo mejor o tratar de esforzarte para hacer lo mejor y que resulte no ser tan favorable o gratificante. No hay peor sensación que aquella en la que te consideras un desastre.

— Si, soy un desastre. Siempre he sido un desastre.— Las palabras salen como corriente de río mientras me observo en el espejo. Mi rostro refleja la decepción que siento por mi misma, la falta de amor hacia mi persona y la tristeza por el abrumo interno. Mis ojos se van llenando de aquel espeso líquido que al deslizarse por mi mejilla parece ser de lo más liviano. ¿Qué más se debe de intentar hacer para aparentar ser lo que los demás quieren y no lo que tú misma eres?

A veces me he puesto a pensar en todas las desgracias de mi vida, desde mi nacimiento, hasta mi estadía en los hogares donde he sido adoptada, en el orfanato y hasta los estudios experimentales a los que me vi sometida. ¿Por qué tener que pasar por tantas atrocidades y aún así no ser aceptada?

Me gusta Damian.

No es una sorpresa que Damian me gusta, me gusta tanto a un punto donde siento mi descontrol interno, siento como las manos me sudan, mi corazón se acelera, mis palabras se traban, mi conocimiento se pierde, mis nervios salen a flor de piel, mis piernas tiemblan, mis ojos no paran de observarlo por más que los obligo a no hacerlo. Tanto que quiero ser aceptable para el. Temo tanto enamorarme, que no me acepte y que ya sea tarde, no quiero que me vea como una niña, estoy en esa edad donde ya entro a la adultez, pero simplemente es una edad porque mi mentalidad no es la adecuada para tener ese logo.

¿Por qué sobrepienso tanto?

No, yo estoy enamorada más temo a aceptarlo.

Siento como mi cabeza me martillea a tal punto donde no sé a qué más mi mente puede llegar a adentrarme y ligar todos mis sucesos con los actuales me hace flaquear.

Me hago un ovillo en la esquina del cuarto de baño al lado de la puerta y sollozo silenciosamente quemándome por dentro por no saber cómo sacar todo esto. Por no saber cómo cambiar, por no saber como ser adecuada para mi y para Damian.

Aquí la típica noche, a las 3 de la mañana donde estás encerrada en tu espacio, llorando sin ser comprendida, bajo tus pensamientos, bajo el ardor y el nudo de tu pecho, simplemente donde nadie te escucha, ni te entienden; simplemente donde solamente te invade la agonía.

Siento la irresistible necesidad de llamar a alguien, de desahogarme porque sino siento que tendré otro día donde el insomnio será dueño de mi cuerpo y mi consecuencia del día.

Llamaré al señor Clero.

Me apresuro en ir por el teléfono local de esta casa, al llegar para presionar los botones de los números a mi mente llega que se me ha olvidado el número de la oficina del señor Clero. Voy al refrigerador que allí debe de estar pegado tal vez en algún papelito.

Príncipe DAMIAN. [Damian x Anya] © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora