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Respirar profundo, solo eso me queda por hacer al estar rodeada de personas importantes con emociones diferentes.

Siento una leve gota de sudor bajar por mí frente y solo me concentro en manejar todas las emociones juntas.

— Si, está en lo correcto señor Edmund, sin embargo necesito que el comercio se lleve mejor por lo que no veo fallas en su metódico plan para equilibrar su parte con la nuestra, más bien diría que... ¿Anya?.— Cierro los ojos, doy un profundo respiro y doy mí mejor cara hacia Damian.— ¿Todo en orden?.— Su rostro está serio, pero siento su preocupación retumbar en mí ser.

— Por supuesto.— Le sonrío de manera forzada y sé que el no se lo ha creído.

Odio cuando me mientes.

Esta vez la sonrisa se me borra y me observa más serio de lo normal.

— Ha sido todo por hoy, señores. Nuestra futura reina necesita descansar, pueden retirarse.— Dice Damian y todos le hacen caso colocándose de pies, nos brindan de despedida la típica reverencia y salen del lugar.

— No tenías que...-

— Silencio.— Ordena.

Antes de que pueda protestar, me carga y me lleva de esa manera hasta arriba, abre la puerta con su pies derecho y la cierra con el izquierdo. Va conmigo hacia la cama y me deposita delicadamente en ella.

— Estoy bien, Damian.

El me observa y siento su enojo.

— Bien mis cojones, Forger.

Ok, eso ha sido grosero de su parte.

— No tienes que hablarme de esa manera.— Le digo en el mismo tono haciendo que su mirada se oscurezca.

Siento diversión, arrepentimiento, preocupación, ¿Melancolía?

Volteo y observo a todas partes y no veo a nadie. Damian hace lo mismo, voy hacia el baño y rebusco allí y no hay nadie, reviso debajo de las camas y tampoco hay nadie. Mí mirada recae en la otra habitación que corresponde al clóset.

— ¿Qué buscas?

No le respondo a Damian, sin embargo me acerco para abrir aquella habitación.

Pero me detengo y no lo hago.

— Puedes salir, no pienso entrar.— Le digo desde el otro lado, pero no recibo respuesta.

Sé que es ella.

No escucho nada, pero las sensaciones siguen presentes. Yo sé que ella está ahí.

Pasan unos minutos y aún no sale, pero la sensación de Melancolía me está calando hasta en los huesos y solo hace despertar más mí curiosidad de por qué la siente. Aproximo mí mano hasta el pomo de la puerta para abrirla, pero antes de que pasara ya estaba abierta y allí está.

Observo a Damian quien se aproxima rápidamente por reflejo y coloco mí mano en su pecho para detenerlo.

— No.— Le digo y el me mira como si me hubiese salido un tercer ojo en la frente.

Príncipe DAMIAN. [Damian x Anya] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora