Príncipe DAMIAN. [Damian x Anya] ©

14.

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— ¿A dónde vas?.— Le digo viendo que se ha puesto de pies y limpia la comisura de sus labios con una servilleta de tela.

— Tengo pendientes.— Me dice como si nada.

— ¿Qué haré aquí aparte de aburrirme?.— Le digo frunciendo el ceño.

— Hay una biblioteca, hay una sala de música, hay una sala de videojuegos que ya no utilizo, hay un gimnasio, hay canchas de distintos deportes, ¿te dibujo un mapa?.— Me dice sarcástico, pero sigo asombrada con todo lo qué hay aquí y apenas vengo a saberlo.

— ¿Por qué no lo supe antes?

— Porque no recordé decirtelo.— Me dice encogiéndose de hombros.

— ¡Estoy en el paraíso!.— Digo mientras tomo a Piff por sus bracitos y bailo con ella sabiendo que queda flotando.

¡Bájame desquiciada!

La bajo y veo como tiembla.

— Lo siento mucho, Piff.— Digo apenada y Damian enarca una ceja.

— ¿Sabes que no te entiende verdad?.— Me dice Damian viéndome como una paciente psiquiátrica.

— S-si.— Digo evitando su mirada y cuando vuelvo a posarla en él me mira como si me estudiara.

Me está poniendo nerviosa.

— Regresaré más tarde, pórtate bien.— Me dice, se acerca un poco y veo como se sonroja y rápidamente se marcha como si el suelo tuviera lava.

El es raro.

¿Por qué se pone tan colorado?

— Tengo mis sospechas.— Sonrío.— ¿Vamos?

¿A dónde?

— Hay muchas cosas divertidas en este lugar.— Le digo emocionada.

No, gracias. Iré al hermoso jardín lleno de frutas y árboles con bellotas.

Escucho su fascinación en el tono mental que conlleva y la miro con ternura para luego observar como se pierde rápidamente. Sin embargo, yo me dispongo a recorrer la mansión aunque me pierda, necesito verificar si tienen lo que anhelo, ya sé que tienen una de las cosas de mi lista de deseos, una biblioteca, la voy a chequear y me perderé en ella más tarde, por ahora necesito encontrar lo que tengo en mente.

Voy en busca del señor Clero para que me dé un mapa del castillo y así no perderme, el me lo entrega y me dice que cualquier cosa solo grite y alertara a los guardias que estaré protegida y yo le agradezco felizmente.

Miro el mapa tratando de colocarlo derecho, al lado, al revés y no entiendo ni un carajo.

— Vamos, Anya. No puede ser que no entiendas un estupido mapa.— Me digo y me siento terriblemente bruta.

Consigo ver una bolita en forma de célula de color azul y ¡Bingo! Trato de ver donde se encuentra la primera puerta que de a la salida de aquel lugar y me apresuro emocionada para llegar.